yate Granma

En una noche de viento enfurecido un pequeño yate nombrado Granma, con sus 82 expedicionarios comandados por el joven abogado Fidel Castro Ruz, partió, desafiando el mal tiempo, desde el puerto mexicano de Tuxpan rumbo a las costas cubanas. Comenzaban así a hacerse realidad las proféticas palabras de Fidel cuando expresó: “en 1956 seremos libres o mártires”.

Tras siete días de penosa navegación “en medio de un hacinamiento infernal de materiales de toda clase y de hombres”, la expedición cumplió su objetivo. El dos de diciembre se produjo el desembarco por playa Las Coloradas, cerca de Belic, Niquero, en la antigua provincia de Oriente.

Se cumplieron así dos propósitos esenciales del puñado de valientes: salir y llegar. Faltaba entonces lo más difícil, iniciar la lucha y vencer. Pero en la dramática coyuntura de ser libres o mártires, todas las condiciones presagiaban el desastre y la muerte, el holocausto generoso de aquella pléyade de revolucionarios.

La ciénaga, el tupido manglar, los mosquitos, las fuerzas enemigas en su acecho, conforman el escenario del desembarco que prácticamente terminó en un naufragio, pues en aquel medio inclemente se hundían en el lodo y las aguas los cuerpos extenuados pero permanecían en alto la moral, los ideales y la firme decisión de luchar por cambiar los destinos de Cuba.

Esas eran las principales armas de aquella avanzada de la libertad para enfrentar el poderío tiránico de Fulgencio Batista, y con el desembarco nació el bisoño Ejército Rebelde.

La hazaña del Granma se inserta con caracteres indelebles en la historia de las luchas emancipadoras del pueblo cubano. Por su esencia marca una identidad histórica continuadora de 1868 y 1895, que une al desembarco de Las Coloradas con los de Duaba y Playitas.

La epopeya del Granma subraya también el reinicio del combate interrumpido aquel 26 de Julio de 1953 en el cuartel Moncada. Sus hombres, sus principios, su decisión, los mismos: hacer la guerra necesaria…

Después del desembarco la semilla de la libertad comenzaba a germinar y fructificaba en el amanecer de enero de 1959. A 62 años de la gesta heroica, el pequeño yate, con su inmensa carga de pueblo, navega hacia el futuro.