Banner alegórico a la Brigada Venceremos

Para abrazarse, antes hay que conocerse, respetarse y quererse; luego hay que acompañarse.

Por eso ustedes, los amigos estadounidenses que llegaron a casa con el orgulloso nombre de Brigada Venceremos, tuvieron su encuentro con la Historia camagüeyana a través de El Mayor (Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz), quien hace gala de su epíteto entre todos los héroes de esta tierra, y con la Historia cubana en una de sus más grandes expresiones, un Comandante convertido en leyenda, admirado por amigos y detractores: Fidel Castro Ruz.

Sin embargo, las páginas no cesan de escribirse, las conquistas no son leyes y cifras invariables. Como en el amor de la pareja, en el de la sociedad entera se reconquista a cada instante, por ejemplo, desde los hospitales que sostienen los sueños convertidos en certezas en nuestro sistema de Salud.

Hasta allí también llegaron.

Unos supieron de los niños que se atienden y se salvan, que tienen garantizados sus derechos desde antes de nacer en el hospital pediátrico Eduardo Agramonte Piña, y de cuánto se hace aquí para —a pesar del bloqueo impuesto por el Gobierno de EE.UU.— conseguir en Asia en Europa, o donde sea, con costos elevadísimos para el país, las medicinas, los implementos, la cura para cada uno de esos pequeños. Para ellos dejaron útiles de Medicina y libros de colorear que ayuden a sus cuerpos y sus ánimos.

Los otros, descubrieron el quehacer desde la atención primaria en un policlínico y sus médicos de familia, de esa base cercana a los hogares que educa y atiende a mamá, papá, abuelos, todos, sea cual sea su raza, religión o ideología.

Pero es cierto, no todos son amigos nuevos, algunos repiten por segunda, cuarta, décima ocasión o acumulan hasta cuatro décadas de la primera vez que llegaron a esta casa amiga con forma de caimán.

Nos conocemos, sí, los rostros nuevos ya nos han redescubierto, no exactamente como cuentan los grandes noticiarios, sino como somos, y los demás... los demás sean bienvenidos otra vez, ¡qué lindo verlos volver a nuestra Cuba!

Ya somos camaradas, compañeros, tenemos luchas en común incluso desde antes de encontrarnos, nosotros repetimos una y otra vez las verdades enmascaradas en versiones imperiales y más que predicar las defendemos con acciones. Ustedes lo entendieron y lo dirán allá, en su país, en sus comunidades, en sus lenguas y dialectos, donde quiera que alguien busque una verdad.

Ahora no repetirán lo que les habían contado, sumarán voces testigos a otros 49 contingentes, con lo que sus ojos han visto, con lo que sus almas han sentido al conocernos.

Nos respetamos, sí, sus héroes y los nuestros, sus grandezas, son iguales de admirables. Los pueblos no entendemos de prohibir las vidas, las manos tomadas, las ayudas que salvan; no, no somos números, papeles ni paquetes, somos humanos con la misma esencia, con amores, desamores, miserias y genialidades, con ganas de crecer, de despegar y de abrazarnos, sobre todo de abrazarnos.

Nos acompañamos en días como estos, desde la tierra que regaremos juntos para sembrar, en el trabajo de las manos y los cuerpos, como en el de las mentes y las almas, en los días que vendrán, cuando lleguen de nuevo a su nación y funden ahí su tribuna de apoyo a la justicia.

Los frutos del sembrado en los canteros y en la gente se verán tarde o temprano.

Abracemos ahora la certeza de los sueños conquistados, de las luchas presentes, de la resistencia futura. Hagamos de este tiempo de reencuentros un cúmulo de fuerzas nuevas y de siempre, un abrazo más de los que no nos negaremos, porque más allá de lo que pretenda el egoísmo de las legislaciones imperiales, nosotros tenemos claro que su nombre será cierto.

Venceremos en medio de este abrazo agradecido, esperanzado, inquebrantable.