Cubanos de morado

En las esencias del cubano se entreteje una religiosidad popular que tiene entre sus más notorias manifestaciones el culto a San Lázaro o Babalú Ayé.

Este 17 de diciembre, como cada año, serán muchos los cubanos en peregrinación al Rincón, a unos 20 kilómetros de La Habana. Allí se levanta el santuario a San Lázaro, el cual, junto a la Caridad del Cobre, es de las deidades más veneradas en esta Isla.

Desde la noche del 16 de diciembre, las calles y caminos que desembocan en el poblado de Santiago de las Vegas se ven inundadas por hombres de disímiles edades, razas y profesiones que allí acuden como acto de fe, a cumplir promesas.

A San Lázaro se le pide, sobre todo, por salud. Es el caso de Oslayda, una vecina de San Miguel del Padrón, quien pidió que no fuera revelada su identidad real, pero sí su historia.

Cuenta esta cubana de 31 años que «nunca he sido fanática de ninguna religión, pero desde chiquita veía a mi mamá dándole de comer a sus santos y recordándome que no olvidara mi resguardo».

«Cuando mi hijito de dos años tuvo una infección muy mala en los riñones y me lo ingresaron, yo veía que no le bajaba la fiebre con nada, que no mejoraba, y entonces me metí en el baño de la sala del hospital y le prometí a San Lázaro que si me lo curaba, cada año yo iba a ir al Rincón para agradecerle».

El niño de Oslayda se curó —mucho antibiótico que le pusieron entonces los médicos—, hoy tiene cinco años sanos y felices, y su mamá cada 17 cumple con su promesa.


Cubanos de morado

Como ella, no son pocos los que acuden a ese sitio de Santiago de las Vegas, declarado Santuario Nacional desde los años 90 del pasado siglo y que fuera visitado en enero de 1998 por el Papa Juan Pablo II. Incluso, van también no creyentes, «porque cuando el zapato aprieta y parece que se te juntan el cielo con la tierra, te viras pa’ cualquier cosa».

Así declara a CubaSí una residente en Plaza de la Revolución, quien igual va este año a ese sitio de peregrinación buscando la ayuda que no ha podido encontrar en su familia.

Quienes ya han acudido a esa geografía aseguran que desde el pasado sábado, y aun desde antes, ya están congestionadas las vías de acceso. Incluso, los conductores extreman precauciones porque no es raro encontrar por laterales de calles y avenidas a personas arrastrando piedras en cumplimiento de promesas rumbo al Rincón.

Tan solo del Vedado hasta allá son seis horas de camino, asegura Lázaro Esteban, quien ya lo hizo y confiesa a la redactora: «Es que cuando uno llega a cierta edad y ve que la vida se le está acabando, se cuestiona cosas, y empieza a buscarse pasaporte para la otra vida, por si acaso hay algo del lado de allá».

¿Cuántos cubanos llevan por nombre Lázaro o Lázara? Sería interesante averiguar cuántos de ellos se nombran así debido a un vínculo de sus padres u otros antepasados con el santo de igual nombre.

El doctor Orestes Lázaro Flacón Rodríguez confirma a CubaSí que su abuela le endilgó el Lázaro «porque si no, perdía la gracia».

Identidad, idiosincrasia, cultura

Aun cuando la Constitución de Cuba recoge que este es un Estado laico, son variadas las profesiones de fe presentes entre los habitantes de esta Isla. Aquí «el que no tiene de congo, tiene de carabalí», como asegura la sabiduría popular.


Cubanos de morado

En cuanto a la devoción por San Lázaro, el historiador de la ciudad, Eusebio Leal, declaraba hace unos años, en entrevista a Magda Resik: «¿Qué decirte del culto a San Lázaro, que es Babalú Ayé? Lo más interesante es que en el santuario nacional de San Lázaro están las dos representaciones: el San Lázaro obispo y el Lázaro de las muletas y los perros que, por cierto, lo contemplé en Sevilla en un precioso mural del siglo XVII.

«Ese Lázaro, el de la parábola de Jesús del rico epulón y el pobre Lázaro que quizás vivió Cristo como una experiencia real, transmitida en forma de parábola o discurso poético a sus seguidores, era representación de fe española y antigua. (...) En todo momento se produce un sincretismo importante, tanto cultural como religioso, etnológico y etnográfico, que es determinante para poder realizar una interpretación verdadera de Cuba».

Debido precisamente a ese sincretismo, junto al San Lázaro bíblico, el resucitado, se le rinde culto en esta fecha al llegado de tierras africanas San Lázaro–Babalú Ayé, rey de los milagros y protector de los enfermos, que los yorubas hicieron suyo.

Como era una deidad asociada a la lepra y las epidemias, aquellos esclavos la asociaron con llagas y muletas. A esta figura se le identifica con el color morado obispo, con el saco de yute en el vestuario, con los perros y el humo del tabaco.

Es costumbre ofrecerle velas y flores de su color, también centavos, aceite y coco. Según lo describe en su libro Los orishas en Cuba la reconocida etnóloga cubana Natalia Bolívar, Babalú Ayé es considerado Orisha mayor y deidad de la viruela, la lepra, las enfermedades venéreas y, en general, de las afecciones de la piel.


Santuario nacional de San Lázaro

Hoy habrá cientos de cubanos en el Rincón, y otros tantos, desde sus casas, rindiendo culto y ofrendas a San Lázaro. Ignorarlo sería desconocer también una porción de las esencias del cubano y de esa religiosidad popular «nutrida de afluentes mágicos y sincréticos», como la dibujó el poeta Cintio Vitier.

El propio Cintio, en su artículo «La religión y la identidad cubana», publicado hace más de siete años por este mismo portal y también en otros medios, recordaba que «si de expresiones emblemáticas se trata, capaces de resumir nuestra espiritualidad militante en la gracia de una imagen popular, yo diría que nuestra identidad, religiosamente hablando, es de la loma, pero canta en el llano...».

Y de la loma y el llano vienen bajando hoy para San Lázaro velas y flores moradas.