Doctora y paciente

Era 24 de diciembre, y como en no pocas familias de Cuba, Jacqueline González Díaz estaba reunida con los suyos celebrando la Nochebuena. En medio de la festividad, de la música y de una comida sabrosísima hecha por ella, sonó el teléfono, y todos pensaron que sería una nueva felicitación por la fecha.

Pero no fue así. El cambio de rostro de Jacqueline y la conversación sostenida con su interlocutor dejaban entrever que algo grande había ocurrido. «Un accidente en Remedios, hay varios niños quemados y debo ir para el hospital», fueron sus palabras entrecortadas, tras las que acudió a vestirse con prontitud y en un santiamén partió.

Lejos estaba de imaginar entonces la doctora, jefa de la sala de Quemados del hospital José Luis Miranda, de Santa Clara, la magnitud del suceso. A la sala de Caumatología arribaban seis menores de entre 11 y 15 años de edad, todos en muy malas condiciones, con quemaduras en sus cuerpos que oscilaban entre un 55 y un 22 %, y  hacían presagiar que nada bueno podía derivarse de aquella tragedia.

Por su experiencia y como especialista avezada en estos trances, confiesa que la primera impresión que tuvo fue que pocos saldrían con vida. Sin embargo, debía luchar por ellos hasta el último aliento, tarea a la cual se ha consagrado hasta hoy.

A poco más de un mes del suceso, Granma fue hasta la sala de Quemados de la prestigiosa institución villaclareña, al encuentro de una especialista a quien enfermos, familiares, colegas y amigos consideran como la máxima responsable de esta proeza científica.

SOLO ESTARÉ SATISFECHA EL DÍA QUE VEA SALIR CON VIDA AL ÚLTIMO NIÑO

De sus padres, los también médicos Rafael González Rubio y Gaudencia Días Fanjul, aprendió la doctora Jacqueline la vocación de servir que la caracteriza y esas cualidades humanas y profesionales que la distinguen.

Tal vez por esa sensibilidad se especializó en el tratamiento de menores, razón por la cual ha sido testigo de muchos accidentes, algunos de personas mayores y otros de niños, pero nada comparable a lo ocurrido en Remedios, según nos cuenta.

«Cuando vi los cuerpos calcinados de los infantes permanecí sin palabras, como choqueada. Al realizar la recepción y el mapeo de las lesiones, quedé convencida de que las posibilidades de supervivencia eran mínimas, porque casi todos estaban en un estado crítico o crítico extremo», reconoce la especialista.

Ante la dureza de aquella impresión, hubo momentos de debilidad y hasta un instante en que fue sorprendida por las lágrimas, pero debió reponerse y decir «ahora lo indicado es luchar por la vida», narra la galena.

Fue así como, junto a un nutrido colectivo de residentes en Cirugía, enfermeras, técnicos y trabajadores de la sala de Caumatología del Infantil José Luis Miranda, inició la batalla por arrancar de la muerte a los niños quemados, mientras otro grupo de avezados especialistas luchaba en el hospital Arnaldo Milián por salvar a otro numeroso grupo de lesionados.

En estos momentos, de los seis menores ya dos recibieron alta médica y cuatro permanecen ingresados; tres de ellos de cuidado, en tanto el menor de todos, Lázaro José Bruzaín Díaz, del Cerro, en La Habana, está calificado como muy grave, debido a que tiene un 19 % de la superficie corporal afectada, explica la doctora González Díaz.

De su consagración hablan los padres de los niños, sus compañeros de labor y los propios enfermos.

Maribel Díaz Bruzaín, la mamá de Lazarito, no tiene palabras para expresar el agradecimiento al colectivo y a la jefa de la sala, de quien dice es una de las profesionales más íntegras que ha conocido, a quien debe la vida de su niño. «Yo no sé en qué momento ella va a la casa, atiende a su familia, al papá, que está viejito; lo cierto es que a cualquier hora del día o de la noche se le puede ver aquí al tanto de nuestros seres queridos», señala.

En tanto su hijo, quien llegó allí en estado crítico extremo, reconoce en Jacqueline a su segunda madre, la que lo consiente, lo mima y lo entiende. «Si no es con la rubia, –como él la llama– yo no me curo con nadie. Ella lo hace todo suavecito con esas manos tan prodigiosas que tiene; además, me dice cosas lindas y nos trata como si fuéramos sus niños», dice el pequeño Lázaro, quien confía en que pronto estará de regreso al Cerro y a su escuela, donde lo espera la maestra Marta Lázara.

Acerca de esa relación especial creada entre ella y los niños, Jacqueline explica que no puede ser de otra manera, porque son pacientes que a su dolor físico unen las rasgaduras en el alma, por lo cual requieren de mucho amor en todo lo que se les haga.

«Todos son niños maravillosos, que han vivido pendientes de mí todo el tiempo, pidiendo a gritos que esté con ellos, y a veces hasta se malcrían un poco en el mejor sentido, para exigir que los acompañe en el momento de curarse, hablarles, comer o inyectarse», reconoce la galena con cierto orgullo.

Al preguntarle el porqué de ese cariño hacia ella, solo atina a contestar que es como un premio a tanto desvelo: «Esto ha sido una proeza colectiva. Quizá yo sea la directora de la orquesta, pero es también un logro del sistema de salud cubano, de la dirección del hospital, de mi familia, de los médicos residentes en Cirugía general y Pediátrica que me han acompañado, de las enfermeras y técnicos que ha estado junto a mí todo este tiempo, donde no hubo días feriados, fin de año ni celebración alguna, que se hará el día que se vaya de alta el último niño de esta sala», reconoce la doctora Jacqueline.

ORIENTACIONES BÁSICAS SOBRE PRIMEROS AUXILIOS PARA TRATAR QUEMADURAS

Lo que se debe hacer:

- Detener el proceso de quemadura quitando la ropa e hidratando las partes afectadas.

- Extinguir las llamas haciendo rodar a la persona en el piso o cubriéndola con una manta, o bien utilizando agua u otros líquidos que ayuden a apagar el fuego.

- Usar agua corriente fresca para reducir la temperatura de la quemadura.

- En caso de quemaduras químicas, remover o diluir el agente químico irrigando con grandes cantidades de agua.

- Envolver al paciente en un paño o una sábana limpia y transportarlo al establecimiento adecuado más cercano para que reciba atención médica.

Lo que no se debe hacer:

- No comience a prestar primeros auxilios antes de garantizar su propia seguridad (interrumpa la corriente eléctrica, use guantes de protección contra productos químicos, etc.).

- No aplique pomadas, aceite ni haldi (cúrcuma) a la quemadura, ni use algodón en bruto sobre esta.

- No aplique hielo, dado que este solo profundizará la lesión.

- Evite el enfriamiento prolongado con agua, dado que ello provocará una hipotermia.

- No rompa las ampollas hasta que estas puedan ser tratadas con pomadas antibióticas por un prestador de servicios médicos.

- Evite el contacto directo de la herida con cualquier tipo de tejido, dado que ello podría provocar una infección.

- No aplique ningún tipo de medicación tópica hasta que el paciente haya recibido la atención médica adecuada.
 
PRONÓSTICO DE ACUERDO CON LA EXTENSIÓN Y PROFUNDIDAD DE LAS QUEMADURAS

- Quemado leve: Quemaduras de hasta el 9 % de la superficie corporal. Ejemplo: uno de los miembros superiores.

- Quemado moderado: Quemaduras hasta el 18 % de la superficie corporal. Ejemplo: ambos miembros superiores o un miembro inferior completo.

- Quemado grave: Quemaduras mayores del 18 %  hasta un 50 % de superficie corporal.  Ejemplo: los dos miembros inferiores o un miembro inferior y la parte anterior del tronco.

- Quemado crítico: Quemaduras mayores del 50 % de la superficie corporal.