Plato con dulces

Muchas veces las consecuencias de nuestros actos no se recogen en el momento de cometerlos, sino que tienen un efecto a largo plazo.

Así ocurre con la ingestión desmedida de dulces, un hábito que muchos arrastramos desde la niñez y va acumulando sus secuelas negativas a lo largo de la vida, para hacernos mucho más difícil la etapa de la adultez.

Esas golosinas en forma de caramelos, galleticas y refrescos con las que premiamos a menudo a los pequeños de casa, pueden ser la puerta de entrada a conductas alimenticias dañinas a la salud, que desembocan en el aumento de peso o la aparición de enfermedades cardíacas, ansiedad, depresión y hasta diabetes.

Si bien la glucosa es la principal fuente de energía de nuestro cuerpo y resulta imprescindible para las funciones biológicas que debe realizar, sobrepasar las dosis adecuadas puede acarrear efectos adversos a la salud.

Estudios de expertos han corroborado que la ingestión desmedida de azúcares disminuye la capacidad de los glóbulos blancos de combatir infecciones y hace que el organismo sea más vulnerable a las enfermedades.

Entre sus consecuencias inmediatas está la adicción y necesidad cada vez mayor de su consumo, lo que hace a las personas más vulnerables de padecimientos como la hipertensión, el hígado graso, obesidad, aparición de caries dentales, insuficiencia renal, mal nutrición y gota.

La glucemia elevada causa problemas en ojos, nervios, vasos sanguíneos, hígado, corazón y riñones, hace perder la lozanía de la piel y hasta el buen humor, de ahí que controlar nuestra dieta puede ser un primer paso para vivir más y con mayor calidad.

Las tradiciones culinarias cubanas, pobladas de numerosos dulces caseros deliciosos al paladar, constituyen una tentación a la que debemos sobreponernos evitando los excesos que puedan llevarnos a las más amargas consecuencias.