Mujeres y hombres

En mi corta vida, he tenido que sortear incómodos caminos a propósito de mi defensa de los derechos de la mujer. Es una suerte que no haya sido por situaciones personales. A la vez resulta curioso que muchas veces esos “difíciles caminos” han sido provocados por mujeres, o más bien por las actitudes y pensamientos de algunas de ellas.

Hoy se habla de igualdad de género, y ya los hombres no tiemblan como antes; y es que considero no hay que temer cuando la fortaleza de hombres y mujeres están juntos en su condición de seres humanos.

En ese sentido se han creado mecanismos y disposiciones legales para propiciar esa igualdad de posibilidades entre ambos sexos, sin embargo hay otra batalla donde hombres y mujeres no hemos llegado al consenso necesario.

Machismo femenino

Se trata del hogar, de ese espacio tan íntimo, donde solo quienes cohabitamos podemos negociar posibles soluciones ante un mal que nos viene de tan lejos como nuestras raíces.

Y no hablo de otra cosa que del machismo, pero esta vez, quiero referirme al machismo nuestro. Sí, al machismo femenino, que pone en nuestros labios frases que minimizan la capacidad masculina: “no lo dejo cocinar, porque él no sabe ni freír un huevo”, “si lo dejo fregar, nos comen los gusanos”, “mejor voy yo a la escuela de la niña, porque él nunca se acuerda de nada”.

Hombre fregando

Decimos que los tiempos han cambiado. Pero ¿han cambiado en verdad? Y si hoy las mujeres podemos sustentarnos económicamente gracias a nuestro trabajo, ser tan profesionales como cualquier hombre, y decidir nuestro futuro familiar y laboral, si somos independientes económicamente ¿por qué seguimos escuchando “mi esposo es bueno porque me ayuda en la cocina”? Por qué, mejor no pensamos que es buen hombre porque asume responsabilidades ante tareas que no han nacido para un solo sexo.

Familia cubana

Es un hecho que el machismo no es exclusivo de los hombres. Según la Real Academia Española, el machismo es “la actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres”. Sin embargo, el diccionario no hace referencia a la manera en que determinadas mujeres asumen este comportamiento, convirtiéndolo en verdaderas agresiones contra sí mismas.

Sé que es muy difícil cambiar tantos conceptos, sustentados en ocasiones hasta en conflictos generacionales, en modos de crianza.

Pero, por suerte, conozco numerosos ejemplos, muchos, que confirman que con respeto, comunicación y confianza, esas barreras, que nos hemos auto impuesto nosotras las mujeres, pueden ser apartadas.