Postal de felicitación por el Día de las Madres

La maternidad es una de las condiciones que históricamente todas las civilizaciones más han ponderado y reconocido, con toda justicia.

En la capacidad materna de la mujer está, en definitiva, la garantía de la continuidad de la especie y de la vida del ser humano.

En el plano individual, prácticamente todas las personas somos adoradores convencidos de nuestras madres, y su presencia y cariño ha sido siempre fuente de inspiración y fuerza para la acción de lo mejor de nuestros empeños y propósitos.

Por ese motivo pocas fechas despiertan tanta simpatía y consenso generalizado como el Día de las Madres, que este próximo domingo nos aprestamos a celebrar.

Madre cubana

En particular, el amor de la madre cubana enfrenta retos y complicaciones que la valorizan más ante los ojos unánimes de nuestra sociedad. Para nadie es un secreto que ellas han sido y todavía resultan el eje fundamental para el funcionamiento de nuestras familias, incluso en los momentos de mayores dificultades económicas o de otro tipo.

La Revolución cubana, como parte de su propuesta emancipadora, jerarquizó desde sus inicios a la mujer y su aporte social, sin reducir su papel a esa condición de madre, pero dándole el máximo de apoyo, en la medida de las posibilidades reales, para que esta magia que solo ellas pueden conseguir, ocurra con todas las garantías y protecciones sociales.

La maternidad, sin embargo, puede ser más respaldada y acompañada en los actos de todos los hijos e hijas, instituciones y eslabones de nuestro entramado social.

Para que las madres puedan serlo, cada vez tenemos que procurar mejores condiciones y facilidades que permitan la concreción de ese don, del cual depende no solo nuestra existencia individual, sino también la de nuestra especie.

Por ello tenemos que avanzar mucho más en el fortalecimiento de la familia como la célula básica de nuestra sociedad, pero no sobre bases patriarcales que recarguen o impidan el desarrollo armónico de todos sus miembros, sino como un eslabón donde cada persona pueda dar el máximo de sí, tanto a los suyos como a la sociedad en su conjunto, sin constreñir a la mujer en la estrecha función biológica de la maternidad.

Embarazadas en un hogar materno.

Leyes como las que tenemos para proteger laboral y socialmente el hecho de ser madre, el sistema de atenciones y cuidados de salud para las embarazadas y sus bebés, las facilidades para la educación y la incorporación de la mujer al trabajo con iguales derechos y deberes que los hombres, son conquistas logradas, las cuales, sin embargo, no debemos dejar de revisar una y otra vez, para hacerlas más integrales y abarcadoras, y hacerlas corresponder en cada momento con la situación en que vivimos.

O sea, para hacer justicia a las madres no basta con quererlas, mimarlas, honrarlas en su día. Es fundamental que cumplan con sus responsabilidades y deberes sociales y hogareños los padres o parejas, los hijos, las hijas, todas las personas, instituciones y eslabones de la sociedad que deben contribuir a que la maternidad sea un proceso natural, armónico, tan fácil de cumplir como sencillo y espontáneo nos resulta congratularlas y reconocerlas con nuestro amor y agradecimiento infinitos. Que la acción oportuna para enaltecerlas, siempre acompañe, en fin, esa frase tan bella de decir: Felicidades mamá.