Teletrabajo

En los últimos meses muchos cubanos han experimentado las bondades del teletrabajo. Ni siquiera se habían percatado, me han dicho amistades, de cuánto podían hacer sin necesidad de levantarse demasiado temprano para subirse a un ómnibus, con la preocupación incluso de llegar tarde al centro laboral. “Creo que rindo más, me entretengo menos”, llegó a decirme una amiga.

Cada quien debe haber sacado sus propias conclusiones, pero lo cierto es que esta alternativa parece haber llegado para quedarse. Si bien el teletrabajo tiene respaldo legal en la Ley No. 116/2013, Código de Trabajo, que entró en vigor en junio de 2014, no había cobrado auge como ahora, a raíz de la COVID-19. Aunque ciertamente, el año pasado el Ministerio del Trabajo lo alentó entre las medidas de ajuste para las entidades, en aras de enfrentar la coyuntura energética provocada por el recrudecimiento del bloqueo de Estados Unidos contra nuestro pueblo.

La normativa establece en su artículo 20 que la relación laboral se formaliza con el contrato del que son partes el trabajador y el empleador. Es esta una forma flexible de empleo y como norma general exige el uso frecuente de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), así como la necesidad de conectividad para la comunicación electrónica.

Para el momento que vive el país, la medida es magnífica: los trabajadores no se exponen a determinados riesgos, pueden seguir aportando a la economía a la vez que reciben su salario, de acuerdo a las formas y sistemas de pago que se aplican en las entidades, incluido el estipendio de alimentación y pago por concepto de estimulación en pesos convertibles.

Esta opción tiene además otros valores y no menos importantes: se ahorra combustible, electricidad; menos personas tienen necesidad de utilizar el transporte público. Vaya que sacando cuentas, tanto empleador como empleado, al final, tienen ganancias.

Por supuesto, que el teletrabajo implica control de las actividades planificadas; y los beneficiados deben mantener disciplina y responsabilidad en el cumplimiento de lo pactado.

Entre las recomendaciones para tener éxito en esta forma de gestión del trabajo está establecer una rutina diaria, horarios definidos para la faena y el horario de almuerzo o merienda. No se pueden postergar las tareas comprometidas ni tampoco la calidad de estas.

En casa, todos tienen que estar conscientes de que si, por ejemplo, mamá hace sus labores a través del teletrabajo, no puede ser recargada con los quehaceres hogareños. El resto de los miembros de la familia debe cooperar más que nunca para que ella se concentre y pueda llevar a feliz término su jornada.

En fin, que más allá de la COVID-19, al teletrabajo y también al trabajo a distancia, habrá que darle otras miradas porque reportan beneficios a la salud y a la economía del país.