Hombres cubanos, en una representación pictórica.

Hoy levantamos una sencilla oda, una oda que no busca trascendencia

Que tiene su poco de miedo de existir

Al hombre que llora internamente por la cucaracha

Al hombre que sabe hacer la maleta

Al que toma te y sueña con el rosa

Al hombre que aprieta la boca para no decir que le duele algo, cualquier cosa,

Al hombre que pedalea pensando el número del pie de su hijo

Al hombre que no se fue, aunque quiso,

Al hombre que está en su cuarto llorando bajo porque le han dicho que no es hombre

Al hombre que es un niño, pero le han hecho mayor

Al que no quiso coger el cinto en la mano para azotar a los hijos

Y al que quiso, porque no aprendió a abrazar, porque nunca le enseñaron,

Al de la pena por no tener dinero

y al que le salió una hernia por no sufrir esa pena

Al que no sabe reparar nada, menos a sí mismo,

Al que repara todo en los demás, mientras se rompe,

Al hombre que posó para el David, y al que pesa 100 libras apenas y se viste «de mujer»,

Pero sobre todo, al hombre de la esquina de mi casa, que mastica y se espanta las moscas, con un gesto tan poco heroico

pero todos los días, a las seis de la mañana, sale a buscarle el pan «a sus muchachos», aunque nunca ha tenido ni un pequeño ápice de ganas.