Puente colgante del siglo XIX, novedoso y olvidado en Matanzas

El único puente del siglo XIX en Cuba que utilizó la tecnología de cables de acero trenzados, empleada con éxito en el popular puente de Brooklyn, de la ciudad norteamericana de New York, permanece sobre el río San Agustín, en la periferia de la urbe de Matanzas.

A la vista de quienes transitan por la Carretera Central, la obra ingeniera que emplea la tecnología inventada por John Roebling solo parece un conjunto de tuberías oxidadas, enmascaradas por la naturaleza que reclama aquello a lo que los seres humanos no prestan mucha atención.

“En el paso del río San Agustín he proyectado un puente tubular de hierro para colocar la cañería sobre él. Esta obra es la única de alguna consideración que existe en toda la línea que me ha parecido inevitable”, explicó Juan Francisco Sánchez Bárcena en la memoria constructiva del acueducto matancero.

 Tecnología de cables de acero trenzados

Sánchez Bárcena, ingeniero civil mexicano radicado desde 1849 en la llamada Atenas de Cuba, en vez de pasar el río por debajo prefirió hacerlo por arriba con un puente tubular de acueducto, más conveniente para atravesar un cuerpo fluvial como el San Agustín, que arrastra maderas y malezas.

Según Puentes de Matanzas, libro de Luis González Arestuche y Ramón Recondo Pérez, la estructura colgante posee cables de acero con columnas y varillas de hierro, y cuenta con 62 metros de longitud sobre el principal afluente del importante río San Juan.

Para González Arestuche y Recondo Pérez, en la memoria descriptiva del Acueducto de Bello el ingeniero Sánchez Bárcena demuestra cuánta inteligencia, preparación y actualización poseían quienes en el siglo XIX con su esfuerzo, crearon en el territorio paradigmáticas obras que hoy son orgullo de sus pobladores.

En Puentes de Matanzas los autores insisten en la necesidad de rescatar la memoria histórica de quienes originaron y crearon el valioso patrimonio construido en el territorio, a veces olvidado como es el caso de la obra más importante del antiguo Acueducto de Bello.

La vegetación se apodera del puente colgante sobre el río San Agustín

Con el San Agustín crecido, en una ocasión tuve que cruzar por el paso de tubos para llegar a casa de una tía; antes contaba con unas barandas que ya no están, sé que la estructura es muy antigua pero desconozco su origen, confesó Dunia Viera, vecina de la comunidad rural de Paso del Medio.

Ese es Bello 15 -afirmó Evelio Martínez, jefe de la Unidad Empresarial de Base Agroforestal Finca El Conde de la Empresa de Aprovechamiento Hidráulico-, es una tubería del siglo XIX pero ya no funciona, está obsoleta, lo sé por mi experiencia de trabajo en el sector de acueducto.

Expuesto a la furia de huracanes, la fuerza de las aguas del San Agustín crecido, las altas temperaturas del sol en el Caribe, el sereno de las noches, y la curiosidad de quienes acuden a refrescarse en las aguas del río casi siempre cristalino, permanece en la finca El Conde,  uno de los puentes centenarios de Matanzas.

Pocos saben que el paso de tubos sobre el principal afluente del San Juan es más que metales oxidados, posee muchos más años que los ojos que hoy pueden verlo porque resiste desde 1872 en pleno campo cubano, con la misma técnica que el popular puente de Brooklyn en New York.