redes sociales

De mal en peor, así anda la ortografía en las redes sociales. En la era digital cada vez resultan más alarmantes este tipo de errores; por el momento sin solución alguna.

Pareciera como si las personas se tomaran cierta libertad al escribir y expresar sentimientos, una especie de “desenfado digital”, como si en estas plataformas no importaran los cambios y las omisiones de letras y palabras.

Lo cierto es que por el camino que vamos dentro de algunos años habrá que re-alfabetizar a las personas, pues para ese entonces es probable que no se sepa con exactitud cómo se escribe, por ejemplo, el vocablo venir, ¿con v o con b?; dicho sea de paso error que he encontrado varias veces en la redes, al estar escrita con b.

Escribir tan rápido como hablamos

El asunto no pasa sin preocupacion alguna ante la mirada de investigadores, maestros y académicos de las letras. Los estudios sobre el tema coinciden en que cada vez resulta más temprano la edad en que los niños se inician con el empleo del móvil y otros aparatos inteligentes.

“Las faltas de ortografía se disparan con el uso de las redes sociales”, señalan titulares en internet, y las posibilidades de acceso varían según los países y las regiones, aunque la problemática es similar en unos y en otros.  

En España, por ejemplo —según un estudio llevado a cabo por Global Kids online que lleva por título Los derechos de la infancia en la era digital—, los adolescentes que ahora tienen 15 años tuvieron su primer smartphone con 12, mientras que en este momento quienes tienen entre 9 y 10 años tuvieron su primer teléfono con 7 años.

Esta investigación subraya que el uso de redes sociales como Facebook y de chats como WhatsApp afecta directamente a la lectoescritura infantil y donde más se nota de forma negativa es en la ortografía.

Las faltas ortográficas que se comenten en estas conversaciones son fruto de la inmediatez que requiere la era digital: intentamos escribir tan rápido como hablamos y la forma es usar abreviaturas, acortar palabras, llamar a las cosas por sus siglas o expresarnos a través de emoticonos.


mala ortografia

Aqui un ejemplo.

“Los adultos que tenemos asumidas las reglas ortográficas con facilidad nos damos cuenta de esos grandes fallos y enseguida nos molesta a la vista, pero cuando esto mismo ocurre entre los pequeños la consecuencia es que la visualización errónea les lleva a memorizar esas palabras mal escritas y así cometen faltas de ortografía constantemente", explica Virginia Ricoy, cofundadora de Walinwa, una plataforma que trabaja la ortografía de forma personalizada.

La memoria visual —agregó—tiene mucha fuerza en los niños y es un mecanismo para interiorizar palabras bien o mal escritas. Si las ven constantemente mal escritas y con faltas de ortografía a través de Internet, será fácil que las recuerden así y ellos también las escriban así. Sin embargo, esta misma memoria visual se puede usar de forma positiva haciendo que los pequeños vean siempre las palabras bien escritas y las memoricen de la forma correcta.


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Sobran los comentarios.


“Por otro lado, las redes sociales, en las que los errores gramaticales y ortográficos suelen pasar desapercibidos, no ayudan a enseñar a los niños ni a los jóvenes a redactar con corrección”.
Ricoy cree que el problema de la ortografía no es solo de los maestros de Lengua, sino que debería extenderse a todo el claustro de profesores y a las familias.

Responsabilidad compartida

Un reportaje sobre el tema publicado hace unos años en la prensa nacional arrojó opiniones interesantes, que se adecuan perfectamente a los momentos actuales. En esa ocasión el maestro emergente Isaac Valdés Batista señaló que los problemas ortográficos se ven muy a menudo en la enseñanza primaria, nivel donde se adquieren los conocimientos básicos.

"Si aquí se empieza a escribir mal, la dificultad se sigue arrastrando —dijo el joven—, por lo que el trabajo es fundamental en este nivel. Es necesario subrayar los contenidos, las reglas. Por eso siempre les recuerdo a mis alumnos que antes de b y p se escribe m. Y cuando la acción sistemática del maestro no logra erradicar los errores de los estudiantes, entonces debe hacerse una labor correctiva, repitiendo la palabra tres veces, haciendo oraciones.

"El sistema para trabajar la ortografía es atractivo. Una clase de Español se puede dedicar únicamente a este objetivo. Pero también podemos ejercitarla en las demás asignaturas: Matemática, Historia, El mundo en que vivimos. Por otra parte, la familia no debe estar ausente de estos propósitos. En el hogar hay que sentarse con los hijos, revisar libretas, verificar si lo que han escrito durante esa jornada es correcto".

Otra arista del asunto la ofreció Mayte Jiménez Rivero, profesora de Español-Literatura. "A veces —dijo— el alumno dice amol, comel, pero ¿por qué sucede esto? Es evidente que la dificultad se encuentra en cómo se pronuncia la palabra, pues los niños escriben tal y como la oyen en la casa y en la escuela.

"Con independencia de que los educandos no tienen hábito de lectura ni costumbre de revisar lo que escriben, y muchos no son apoyados en el hogar, también el maestro debe tener cuidado al escribir en la pizarra, pues está fijando un modelo.

"Resulta esencial no solo trasmitir el conocimiento. Es fundamental que cada estudiante reflexione y piense sobre el contenido. ¿Cómo en Español no va a haber razonamiento? Hay que aprender las reglas ortográficas, pero también saber aplicarlas".

La lectura: excelente práctica para la ortografía

En la búsqueda de criterios profesionales para conocer qué camino transitan los estudiantes y los profesores en aras de mejorar la ortografía CubaSí encontró en la bibliografía consultada diversos criterios, los cuales convergen en la importancia de la lectura como herramienta imprescindible y no solo para adquirir cultura.

Así las opiniones de Celima Bernal y Juan Ramón Montaño merecen tenerse muy en cuenta, no solo por los años que dedicaron a la enseñanza del Español y la Literatura, sino porque ambos consideran la lectura como un tesoro, tan esencial como la pulcritud en la apariencia física.

Hace unos años, a la pregunta de qué conspira contra una buena ortografía, Celima expresó: "Sin dudas, la televisión y la computación influyen, ¡claro. no hay que verlo como caso extremo! En otra época hizo mucho daño la lucha contra la memoria”.

Comentó que el maestro debe ser modelo, ya que los niños imitan constantemente lo que ven. “Los docentes tienen que seguir una técnica que Hemingway llamaba la del iceberg, lo cual significa quedarse siempre con una reserva grande de conocimientos, porque el alumno huele la incapacidad, como los perros el miedo. Y no hay cosa que un estudiante deteste más que la incapacidad del profesor, porque siente, y con razón, que está perdiendo el tiempo".

Y haciendo hincapié en la ortografía aseveró:  "Es algo horrible que un educador copie en la pizarra una palabra mal escrita. Esto debe ser una preocupación constante, sobre todo para los más jóvenes. Hay que leer, aprenderse las reglas ortográficas, aunque no se escribe pensando siempre en ellas. Sin embargo, son un asidero esencial”.

Por su parte, Juan Ramón aseveró que “la lectura es una herramienta para el aprendizaje, es decir tiene un valor instrumental, en el cual la escuela hace mucho énfasis; pero también es recreo, placer, evasión, en el mejor sentido del término, porque te permite conocer otros mundos. Es un vicio, un contagio”.

Dijo que hay muchos caminos para llegar al libro, para dominar el lenguaje y comunicarnos de una manera adecuada. “Eso nace en gran medida del hogar; ahí un papel muy importante lo tienen las madres, las abuelas, los padres, los maestros lectores.

“Un profesor de Lengua Española, más allá de toda la gramática que pueda enseñar en el aula, de todos los conceptos, debe mostrar una particular relación con el lenguaje, con los libros”.

Consideró pertinente aclarar que es pedagogo, no lingüista, y manifestó que la ortografía tiene hoy tantos problemas como los pudo tener en el siglo pasado. "En Cuba, la ortografía es un contenido que está expresado en todos los programas de estudio, desde el segundo ciclo de la primaria hasta el último año del bachillerato, y a lo cual se le dedica un gran número de horas clase. Es cierto que no todos nuestros profesores son ávidos lectores, pero nos hallamos empeñados en perfeccionar la obra que estamos haciendo”.


Mala ortografía