CarzoEn la década de los 40 del pasado siglo, el reconocido geógrafo y espeleólogo cubano, doctor Antonio Núñez Jiménez, realizó los primeros estudios sobre las zonas cársicas en la Mayor de las Antillas, el paisaje y tipo de relieve más abundante del país.

Desde entonces, y en diferentes etapas históricas, muchos científicos nacionales y extranjeros emprendieron nuevas investigaciones que posibilitaron profundizar en el conocimiento del carso superficial y subterráneo de Cuba.

A partir de 2011, el Instituto de Geofísica y Astronomía (IGA), perteneciente a la Agencia de Medio Ambiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), incorporó a su quehacer profesional una línea de investigación dirigida a caracterizar y tipificar el carso superficial, a partir del tipo y grado de recubrimiento de las rocas solubles por suelos y cortezas de meteorización.

Lo anterior propició hacer la cartografía a escalas grandes de 1:25 000 o más, de los subtipos de carso y así definir el grado de peligro geológico real y potencial que ello representa para Cuba.

Tales riesgos van desde la aparición de grietas en las paredes de edificaciones construidas sobre terrenos cársicos, y la posibilidad de derrumbes parciales o totales, hasta la ocurrencia de microsismos y hundimientos de origen cársicos, causados por el colapso de techos de cavernas existentes en el subsuelo no conocidas o por emanaciones repentinas de gases, como el metano.

BAJO PESQUISA
Según indicó a Granma el doctor en Ciencias Efrén Jaimez Salgado, jefe del Departamento de Geología Ambiental, Geofísica y Riesgos del iga, el primer mapa de peligro geológico por desarrollo del carso confeccionado por esa institución se realizó en 2011, en la entonces recién creada provincia de Artemisa, y formaba parte de un proyecto más abarcador orientado al ordenamiento ambiental del referido territorio.
«De ese trabajo inicial, obtuvimos un mapa de subtipos de carso de superficie a escala de 1:25 000, mientras la caracterización e identificación de los escenarios potencialmente peligrosos solo la incluimos de manera textual en el informe final».

Pero ya en 2016, y a propuesta del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil, resaltó el doctor Jaimez Salgado, acometimos un nuevo proyecto, cuyos resultados permitieron confeccionar el mapa de escenarios de peligros geológicos para el periodo actual en La Habana.

«Uno de sus aportes principales consistió en lograr representar cartográficamente el escenario actual, además de las proyecciones futuras a mediano y largo plazo, tomando en cuenta el incremento del nivel del mar y, con él, el posible ascenso también de las aguas cársicas subterráneas, como consecuencia del cambio climático».

Asevera el investigador del iga que, con la terminación de ese último mapa digital, concebido sobre la plataforma Sistema de Información Geográfica, pudo determinarse que el territorio habanero posee alrededor de un 45,4 % de áreas cársicas, de las cuales un 24,1 % son zonas potencialmente peligrosas con posibilidad de derrumbes ocasionales.

«Los municipios de mayor grado de peligrosidad resultaron ser Playa, Habana del Este, Marianao y Boyeros, seguidos en menor grado por la Habana Vieja, Centro Habana y La Lisa. También se logró detectar la presencia de continuos microsismos locales en un edificio de Playa, provocados por la existencia de una sima o cueva debajo de los cimientos del referido inmueble, cuya presencia fue confirmada por exploración geofísica instrumental».

Resaltó el doctor Efrén Jaimez Salgado que esta recibía, de forma permanente, las aguas albañales de una fosa, que las vertía hacia el subsuelo cársico desde hace casi tres décadas.

Por esa razón, explicó, el lugar devino en una especie de trampa subterránea cerrada, donde tenían lugar emanaciones repentinas de metano, factor que provocaba los temblores o microsismos, solo perceptibles en los pisos altos.

Tras la orientación sugerida por el equipo de especialistas del IGA de realizar la limpieza inmediata y reparación de la citada fosa, la edificación dejó de moverse.

Otro aporte del estudio radica en haber estimado que alrededor del 10 % de la zona cársica de La Habana se convertirá en escenarios potencialmente muy peligrosos en los próximos 50 a cien años, principalmente la franja de carso litoral, localizada por debajo de la cota de 20 metros, debido al aumento progresivo del nivel del mar y de las aguas subterráneas.

Como puntualizó el doctor Jaimez Salgado, especial atención merece el caso de la cueva del Indio del Reparto El Globo, en el municipio de Boyeros y sus alrededores, pues al abrirse, a pocos metros de la línea férrea del tren de La Habana a ExpoCuba, puede crear una situación peligrosa ante el paso repetido y a corta distancia de tan pesado medio de transporte sobre la espelunca (cueva) y su área cársica de influencia.

Asimismo, se reporta la apertura de varias cavidades en la zona urbana de la ciudad, aceleradas por la infiltración de aguas negras, con posibles hundimientos y resquebrajamiento de obras de envergadura, emplazadas encima de cavernas u otro tipo de cavidades del carso subterráneo.

De acuerdo con lo expresado por el experto, nuevamente a instancias del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil, entre 2017 y 2018 un equipo de investigadores del IGA realizó un proyecto similar en la provincia de Cienfuegos.

Pese a que su ciudad cabecera no está construida encima de terreno cársico, se logró cartografiar e identificar en el resto del territorio que un 37,2 % de la superficie descansaba sobre ese tipo de sustrato, en tanto los escenarios potencialmente peligrosos ocupan hoy el 19,6 % del área mencionada.

Si bien en cuanto a ese indicador el panorama es mucho menos complicado que en La Habana, también pudieron verificarse allí algunos ejemplos de peligro geológico potencial a escala local, como en la Planta Química de Cienfuegos, debido a la apertura ocasional de cavidades en la superficie, y en la mayor parte de la costa sur de la central provincia, señaló el doctor Jaimez Salgado.

«Las investigaciones del iga revelan que Cuba no está exenta de enfrentar riesgos geológicos derivados del desarrollo del carso, en particular los vinculados al hundimiento o colapso de las estructuras arquitectónicas pesadas y microsismos de origen cársico, los cuales por primera vez han sido documentados cartográficamente en el país».

Igualmente, ponen de manifiesto la posibilidad de que esos eventos aumenten en el transcurso de la segunda mitad de la actual centuria y las primeras décadas del siglo XXII, como consecuencia del ascenso de los acuíferos subterráneos cársicos, provocado por el aumento del nivel medio del mar y por la penetración de aguas negras en ese subsuelo, recalcó el doctor Jaimez Salgado.