Los padres deben ser los primeros que conduzcan a sus hijos dentro del mundo digital de una manera positiva.

El resultado más inmediato e incómodo del empleo interminable del teléfono celular durante la niñez y la adolescencia es que el menor acaba demorando cada día el momento de realizar sus estudios y sus tareas escolares, estudiar o dar de lado a los otros compromisos que tiene asignados en casa. Otra consecuencia notable pudiera ser las malas respuestas dadas a sus familiares más cercanos causadas por el aumento de mayores niveles de ansiedad que provoca estar cada vez más tiempo conectado.

No es aconsejable que nadie actúe como espía de hijos e hijas, pues no se puede seguir educando a la antigua con las mismas estrategias que se empleaban en el siglo XX con los que hoy son los actuales adultos, ya que no son válidas en los momentos presentes. La nueva tecnología ya es un hecho consumado y estar contra ella es ir contra lo natural. Todos los menores de ambos sexos nacidos a partir del año 2000 han crecido con las redes sociales, por lo que ellas forman parte de su medio natural y los padres no pueden estar contra ellas, pues sería una batalla perdida de antemano, pero sí inspirar en sus menores un uso útil y racional para neutralizar sus riesgos; son conocidos los conflictos derivados de un uso inadecuado de la moderna tecnología, que en algunos casos puede llegar a desatar genuinas costumbres adictivas. Se debe tener muy presente que, en los primeros años de la vida, el cerebro es muy sensible a determinados estímulos, como puede ser el uso inconveniente de la tecnología.

LOS PADRES EN ACCIÓN

Pero ante esta situación los padres sí pueden controlar los potenciales efectos dañinos de la interacción de sus hijos con otras personas a través del espacio virtual.

Los progenitores deben ser los primeros que conduzcan a sus hijos dentro del mundo digital de una manera positiva. Solo así, mediante una inteligente conducción, se crea una zona de confianza propicia a un diálogo positivista.

LA EDAD PARA EMPEZAR A USAR LAS REDES SOCIALES

Se recomienda por profesionales en la materia tratar que hasta los 12 o 13 años los menores no accedan a las redes sociales o, por lo menos, que no lo hagan sin vigilancia por parte de los padres.

A partir de esa edad deben aprender a valorar las situaciones y las probables consecuencias, con el fin de que adquieran las habilidades necesarias para tomar decisiones adecuadas en un mundo virtual donde lo importante es aparentar y adquirir “likes” como gratificación nada menos que por aparecer en las redes de cualquier forma y manera. Es más productivo no hablar de edades definidas, sino de grados de madurez, pues hay niñas y niños con 9 y 10 años que, por su carácter y enseñanzas hogareñas, tienen más discernimiento que otras de 14. Solo se trata de conocer cómo son realmente los hijos y preguntarse si es capaz de crear un perfil de manera beneficiosa y responsable, porque en realidad existen perfiles aun de personas adultas que dan pena por su vulgaridad y mal gusto. Para eso hay que conversar previamente y llevar las ideas del menor mediante el acompañamiento y las sugerencias.

ENSEÑANZAS PREVIAS

Antes de iniciarse en las redes, se debe haber enseñado al niño o a la niña lo que ellas son, su alcance, los peligros que conllevan, el mejor modo de estar presentes en ese espacio y de obtener la mayor utilidad personal utilizando este medio. Por ello, el empleo de una determinada red social debe ir acompañado de la confianza y la credibilidad, ya asentada en la familia.

El perfil de los menores se debe crear junto a los padres, que deben estar cerca cuando ellos estén navegando e informarse sobre lo que los menores visitan en internet. Además, es necesario que los padres conozcan y manejen de antemano el vocabulario y la jerga propia de las tendencias digitales como “challenge, filtros, snapchat, selfie, hashtag”.

PROTEGER LA INTIMIDAD DE MANERA INEXCUSABLE

Existen ejemplos básicos para proteger la intimidad de los adolescentes, entre los que se encuentran no exponer información sensible, como pueden ser nombres y apellidos completos, carné de identidad, dirección particular de la vivienda, centro de trabajo o número de teléfono, no admitir solicitudes de amistad de usuarios que no conozcan y con perfiles poco definidos, no hacerse fotos en la puerta del colegio con el uniforme puesto o en los centros de trabajo y desactivar la geolocalización.

NO LLAMARSE A ENGAÑO

Los menores deben ser enseñados a no proyectarse psicológica y emocionalmente sinceros en las redes, pues esto puede crear cierta frustración cuando vuelve a su realidad y su situación o entorno se parecen muy poco a lo que se muestra en ese medio, donde todo es paz y felicidad

ATAQUES CIBERNÉTICOS

Existen varias singularidades de ataques online de las que los menores pudieran ser un objetivo. Entre ellas se encuentran el llamado “sexting” y es compartir imágenes o vídeos personales o de otros de carácter sexual o con mujeres reales en poses eróticas, con el daño potencial que puede ocasionar cuando son reenviadas a muchas otras personas.

También cuando un adulto comienza a ganarse la confianza de un menor e intenta conseguir un encuentro para abusar de él, timarlo o incitarlo al sexting. A otra de las reprobables acciones se le llama “grooming”.

El “ciberbullying” es el ciberacoso psicológico entre los menores empleando las redes sociales y de mensajería.

Cuando se reemplaza la identidad personal al acceder a las cuentas o perfiles de otros se le llama “hacking”

El “phishing” es la adquisición de datos personales a través de webs falsas con el fin de realizar hacking sobre alguna persona.

LAS REDES SOCIALES DE MAYOR PELIGROSIDAD

El mayor peligro real no está en ninguna red social en particular, sino en cómo se usen. No existen como tales redes peligrosas, sino personas en peligro por ingenuidad y por no saber utilizarlas, dejándose llevar por un mundo virtual engañoso donde muchas veces lo que se ve no se corresponde con la realidad.

El mejor filtro para estas desagradables circunstancias son los padres y la educación que les pueden dar a los menores en el empleo de las redes sociales, pues los llamados filtros para evitar que los niños y adolescentes accedan a contenidos que no son adecuados para su edad pudieran ser de gran ayuda, pero no son suficientes. Además, solo resultan efectivos hasta una determinada edad, aproximadamente los 10 años, pues a partir de entonces los filtros se convierten en un aliciente para el menor con el fin de buscar el modo de saltárselos.

Los padres deben ser comprensivos al nuevo mundo digital de los momentos actuales, pero siempre desde la compañía, del amable y constructivo apoyo familiar y del ejemplo.