Foto: Archivo/Cubadebate.

 

(Versión de la intervención del Dr. Rolando Pérez Rodríguez, asesor científico de BioCubaFarma, en la reunión del Consejo Nacional de Innovación de abril 2024)

En la actualidad, la innovación está en el foco de la colaboración universidad– empresa en el sector biomédico. La universidad docente y científica se transforma también en emprendedora. Los proyectos de innovación por naturaleza propia han de ser proyectos a ciclo cerrado, pero, a diferencia de los proyectos empresariales en que el ciclo cerrado se realiza en la empresa que lo ejecuta, en los proyectos conjuntos universidad–empresa participan múltiples actores, que intervienen a lo largo de toda la cadena de valor del producto, y cuyo encadenamiento eficiente es una condición necesaria para lograr el impacto esperado. La solución, muchas veces, no es la simple transferencia tecnológica de un laboratorio universitario a una empresa.

La experiencia de estos últimos años nos enseña que la ejecución exitosa de un proyecto a ciclo cerrado entre múltiples actores requiere de innovación organizacional, no es un evento que ocurra de forma espontánea, ni mediante un proceso lineal, sino a través de redes de colaboración. Dicha innovación organizacional tiene al menos cuatro componentes:

1) Gestión financiera, que movilice recursos desde el exterior, y desde la empresa a la universidad.

2) Capital humano, altamente calificado y especializado, que transita a lo largo de todas las etapas del proyecto.

3) Emprendimientos productivos, que desarrollan y escalan la tecnología, y se insertan en la cadena de valor del producto.

4) Modelos de negocio, para la inserción internacional del proyecto que permita un retorno en divisas a la universidad.

Aunque ha existido un avance considerable en las organizaciones de interface universidad–empresa, un mayor impacto de la ciencia y la innovación en la vida económica y social del país requiere una transformación del tejido empresarial, a partir de la creación y diversificación de pequeñas y medianas empresas de base tecnológica. Este es un camino que recién estamos iniciando, aunque hay plena conciencia de su necesidad.

Estos emprendimientos empresariales pudieran tener como inversionistas a empresas y universidades; realizar producciones especializadas de componentes o productos intermedios; generar empleos para recién graduados universitarios que formaron parte del proyecto de innovación como estudiantes; participar en encadenamientos productivos para la exportación; acceder a diferentes fuentes de financiamiento; y atraer inversión extranjera directa.

La transformación efectiva del tejido empresarial requiere no sólo del crecimiento del número de pequeñas y medianas empresas de base tecnológica, sino también de su inserción en los ecosistemas de innovación, tanto en Cuba como en el exterior. La capacidad innovadora del sector empresarial requiere conectividad y globalización.

El éxito de un proyecto innovador a ciclo cerrado, orientado a la solución de un problema concreto, es función de la probabilidad de lograr encadenar los actores que posean las capacidades habilitantes correspondientes. Es por ello que los ecosistemas de ciencia e innovación constituyen aceleradores tecnológicos, facilitando la construcción de conectividad. La multidisciplinariedad y la interinstitucionalidad son atributos de la innovación.

Los ecosistemas de ciencia e innovación locales deben aprovechar las fortalezas de su región en ciencia e innovación, integrando universidades, centros de investigación y empresas, con un nivel de especialización que los haga competitivos, pero su inserción internacional pasa por la conectividad con ecosistemas de innovación en el exterior. El proceso de innovación en alta tecnología tiene un carácter global, por su complejidad, y la alta inversión a riesgo requerida, lo que amplía el concepto de ciclo cerrado del proyecto al mercado exterior. La captura de valor de un proyecto innovador en alta tecnología pasa por su internacionalización, y la capitalización de intangibles.

El proceso de internacionalización de la actividad de I+D+i transforma el proyecto de una fuente de gastos a una fuente de ingresos, y contribuye a la sostenibilidad financiera del sistema de ciencia, tecnología e innovación. El proceso de internacionalización de un proyecto de innovación requiere, primero, de una estrategia de diferenciación orientada desde el mercado, o sea, una propuesta de valor que supere a la competencia, y segundo, un plan de negocios, que movilice capital de riesgo para su financiamiento.

Recientemente, en un taller sobre relaciones universidad-empresa se lanzó la propuesta inicial de un proyecto para la creación de una agrupación (Clúster) de Biomédica, plataforma integradora con carácter nacional, sin personalidad jurídica, ni ánimos de lucro, patrocinada por la Fundación UH, el Ministerio de Salud Pública y BioCubaFarma.

Este Clúster de Biomédica tendría como retos: 1) la equidad en salud, 2) el envejecimiento poblacional, 3) el cáncer y las enfermedades neurodegenerativas, y 4) la transformación productiva e inserción internacional de la industria biofarmacéutica.

Tendría además entre sus objetivos principales:

  1. Fortalecer el ecosistema de innovación biomédico incrementando su conectividad nacional e internacional.
  2. Potenciar y acelerar la innovación en tecnologías biomédicas y biotecnológicas, tanto tecnologías de plataforma como productos innovadores.
  3. Difundir e introducir instrumentos de gestión de la innovación.
  4. Internacionalizar los proyectos de innovación con vistas a su inserción temprana en el mercado exterior.

Para el cumplimiento de dichos objetivos se prevén diversas actividades, como organización de seminarios, talleres, jornadas científicas, realización de un concurso anual, desarrollo de campañas de comunicación, creación de consultorías nacionales e internacionales, diseño de plataformas digitales para el desarrollo de negocios, entre otras.

En resumen, el proyecto a ciclo cerrado, entre múltiples actores, constituye un reto a la innovación organizacional; la inserción exitosa en ecosistemas de innovación requiere de alianzas estratégicas con modelos innovadores de negocios, gestión financiera y comercial; el proceso de construcción de conectividad tiene carácter global; y la cultura de innovación comprende además de la ciencia, el desarrollo de negocios y la capitalización de la propiedad intelectual. ¡Promover y extender dicha cultura es la batalla de ideas que tenemos por delante!