Frank Fernández

Ni clásica ni popular, esta noche llevaré buena música a los científicos, dijo Frank Fernández antes de llevar las manos al piano y encantar al público presente en el Teatro Nacional de Cuba.
 
El recital, que ya se anticipaba como regalo y homenaje a los 35 años de la fundación del Centro de InmunoEnsayo de la isla, no defraudó y la promesa del intérprete realizada en los ensayos fue cumplida anoche gracias a su virtuosismo innato y la unión con talentosos instrumentistas.

Los dedos de su mano izquierda rozaron las teclas y de allí emergieron las primeras melodías que hicieron oda a la madre trova con Perla Marina y Mujer Bayamesa, ambas de la autoría de Sindo Garay y devenidas joyas de la cancionística en Cuba.

Luego Fernández dio un salto mortal y el polaco Frédéric Chopin llegó al instrumento en las versiones del vals triste, del amor y del minuto que forman parte del icónico repertorio de uno de los más importantes compositores de la historia y el Romanticismo.

El bolero tuvo también su momento reservado en la voz del ingeniero mecánico constructor Julio César Frandin González, un vocalista aficionado que el Premio Nacional de Música por la obra de toda una vida tuvo el acierto de invitar para cantar dos clásicos del género: Amor por ti y Pensamiento.

La cita musical prosiguió con el piano de protagonista a ritmo de la danza afrocubana La comparsa de Ernesto Lecuona y Rabo de Nube de Silvio Rodríguez y luego abrió paso a la cellista Alina Neyra y Lisbet Sevila violinista que acompañaron al maestro en la ejecución de piezas de su autoría.

Más tarde, llegaron las cubanísimas danzas La camagüeyana, Los delirios de rositas y Los muñecos del excelso Ignacio Cervantes que juntaron a cuatro manos el ingenio de Frank y el de su hija y pianista Liana María Fernández.

Hasta ese instante el pronóstico de buena música ya era un hecho, pero es espectáculo tenía reservado otras sorpresas que llegó con la salida a escena de la flautista Niurka González y el Retorna de Garay cual si estuviera cumpliendo con los designios de su canción.

Con ella llegó también La meditación de Thais del francés Jules Massenet y el estreno en la capital cubana de una versión especial hecha para flauta y piano, según anunció Fernández justo antes de ejecutarla.

El drama de amor de la finca de Lucio Contreras revivió en el escenario del emblemático teatro cuando el duo trajo los acordes de Tierra Brava, un tema de gran popularidad entre los cubanos que enseguida causó conmoción en el público al reconocerlo.

Antes de despedirse el pianista convidó al violinista cubanoamericano Jaime Jorge y juntos en perfecta sincronía regalaron dos obras que fueron la absoluta evidencia de los calificativos de admiración y respeto dado a ambos músicos tras sus presentaciones en los más diversos foros del mundo.

Felicidades científicos que continúan ayudando a Cuba y a la humanidad con ese trabajo tan meritorio y esforzado, dijo Frank Fernández antes de poner punto final a la velada que selló con todos los invitados en el tabloncillo y un coro en las butacas cantando juntos Quiéreme mucho.