Ventas de garaje

De un tiempo a esta parte han ido ganando espacio las ventas de garaje, sobre todo los fines de semana.

Sin duda, resuelven problemas porque al estar tan contraída la oferta, no son pocos los que se detienen ante esas ofertas mostradas en parques, portales y pasillos, lo mismo en percheros, sobre mesas o bancos, que encima de frazadas y nylons.

El asunto está en que tampoco dentro de esa opción –que no es moda, sino necesidad- son escasos los vendedores que ponen precios locos a sus mercancías, como si se tratara de una boutique.

Al preguntarle cuánto costaba un pulóver –evidentemente usado aunque en buen estado-  a una de estas personas, luego de anunciar una cifra de cuatro dígitos, aclaró como si le asistiera toda la razón del mundo: “es que es de marca”.

Ojalá a nadie se le ocurra “botar el sofá” al leer estas líneas, porque sería cancelar una de las pocas opciones hoy a mano para quienes necesitan y no tienen dónde o con qué resolver ciertas necesidades, sobre todo de ropa y calzado.

Lo mejor sería que esos vendedores de ocasión se contentaran con obtener solo ganancias lógicas de sus ventas de segunda mano, a la vez que le resuelven un problema a otro cubano, sin aprovecharse de las carencias y olvidando que, en definitiva, ellos estarán en el lugar de los otros al siguiente día, e igual fruncirán el ceño al saber el precio del boniato o del ají pimiento, aunque no sean “de marca”.