Capa de ozono

Ginebra, 16 sep (Prensa Latina) La protección de la capa de ozono sigue siendo hoy una prioridad en las agendas medioambientales de muchas naciones, conscientes de su importancia para la conservación de la vida en el planeta.
 
Un esfuerzo internacional permitió la reducción del uso de sustancias que agotaban la capa de ozono, y en la actualidad es menor la radiación ultravioleta del sol que llega a la Tierra protegiendo la salud humana y los ecosistemas.

Investigadores estiman que el ozono se recupere por completo en el hemisferio norte para el año 2030, mientras en el sur será en 2050.

En tanto, habrá que esperar 10 años más para que dicho proceso ocurra en las regiones polares.

Recuerda la literatura especializada que en los años 80 existían en el mercado numerosos productos de uso común que contenían sustancias muy nocivas que hicieron que la capa de ozono sufriera considerablemente reducción.

Las más conocidas son los CFC (clorofluorocarbonos) y los HCFC (hidroclorofluorocarbonos).

La comunidad internacional hizo un esfuerzo por terminar con estos productos químicos, y dicha acción fue materializada en el Convenio de Viena sobre la protección de la capa de ozono, aprobado y firmado por 28 países, el 22 de marzo de 1985.

En 1987, se redactó el Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono, y más de 100 sustancias químicas nocivas empezaron a controlarse para ir eliminando su producción y consumo.

Llegado 1994 la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó el 16 de septiembre Día internacional de la preservación de la capa de ozono, en conmemoración de la firma del Protocolo de Montreal en 1987.

Según diversas fuentes, es el acuerdo internacional más exitoso hasta la fecha, ya que todos los calendarios para la eliminación de estas sustancias fueron cumplidos, incluso antes de lo previsto en muchos casos.

La capa de ozono desde la estratosfera se encarga, entre otras cosas, de absorber gran parte de la radiación ultravioleta del Sol, que es dañina para la vida, de ahí, el imperativo de preservarla.