Crónicas bien cortas: Los niños son los que saben querer

Ese hombre de La Edad de Oro, no se toca, porque es mi amigo, me dijo en el parque aquel “piojito” de pañoleta y mirada azules y nombre tan a la moda que no puedo repetirlo.

Eso que hicieron, mamá, es traicionar a Cuba, porque Martí dio su vida para que estas calles por donde ellos mismos caminan fueran libres, sentencia mi hija.

Pero ¿cómo van a llenar de sangre de cerdo un símbolo de la Patria? Se pregunta mi niño y resuelve: ¡Tienen que castigarlos!

Ni a los ciclones le permiten nuestros niños meterse con Martí. ¿Quién va a tener ese derecho? Martí es sagrado.

Esta podría ser una crónica bien larga, si me diera a la tarea de consultar a la mayoría de los niños cubanos, con toda esa inocencia indignada, bravísima, porque podría haber sido el Martí de su escuela, pero, sobre todo, porque ultrajaron al Martí de su corazón y con lo que vive ahí dentro, no se juega, porque ellos son los que saben querer.