Nelson Mandela

Pretoria, 18 jul (Prensa Latina) Con la celebración hoy del Día Internacional de Nelson Mandela, el mundo recuerda al noble artífice de la reconciliación nacional en Sudáfrica, pero también al indoblegable luchador dispuesto a dar la vida por sus ideales.

En más de una ocasión afirmó haber soñado con un 'ideal de una sociedad democrática y libre en la que todas las personas vivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades'.

Pero, si bien cierto discurso edulcorado insiste en resaltar esa única faceta de su vida, no se puede olvidar que esa frase concluía con una declaración lapidaria de hasta donde estaba listo a llegar en pos de ese objetivo: Por ese ideal, dijo, 'si es necesario, estoy dispuesto a morir'.

En efecto, toda su vida adulta se erigió para la posteridad como un ejemplo de incansable lucha en pos de la dignidad humana, tanto durante su activismo militante juvenil contra el régimen del Apartheid, como su vertical postura desde la cárcel en sus 27 años tras las rejas.

Al conocer de su muerte en 2013, el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, escribió: 'Ningún acontecimiento presente o pasado que yo recuerde (…), como la muerte de Mandela, impactó tanto a la opinión pública mundial; y no por sus riquezas, sino por la calidad humana y la nobleza de sus sentimientos e ideas'.

Mandela, afirmó en la ocasión, fue un hombre íntegro, revolucionario profundo y radicalmente socialista, que con gran estoicismo soportó 27 años de encarcelamiento solitario. 'Yo no dejaba de admirar su honradez, su modestia y su enorme mérito'.

Y no fue casual la mutua admiración entre esos dos grandes líderes internacionales, sino consecuencia inevitable de su estatura como luchadores por un mundo mejor.

De su lado, Mandela había calificado a Fidel Castro como 'una fuente de inspiración para todos los pueblos amantes de la libertad'.

En su autobiografía, El Largo Camino hacia la Libertad, Mandela explicó que, mientras estaba en prisión, encontró inspiración en Fidel Castro, el Che Guevara y la Revolución cubana.

Sin embargo, la relación indirecta entre ambas personalidades no se limitaba a una 'idílica' admiración.

Desde 1961, incluso antes del encarcelamiento de Mandela, jóvenes sudafricanos luchadores contra el Apartheid viajaron Cuba para estudiar Medicina, entre otras disciplinas.

Posteriormente, la ayuda cubana se extendería a otras esferas, entre ellas entrenamientos militares.

Debo decir, recordaba Mandela, que cuando quisimos tomar las armas contra el Apartheid nos acercamos a numerosos gobiernos occidentales para pedir ayuda y nunca pudimos ver a nadie, excepto a los ministros más jóvenes.

En cambio, enfatizaba, 'al visitar Cuba, fuimos recibidos por los más altos funcionarios, y nos ofrecieron de inmediato lo que queríamos y necesitábamos. Esa fue nuestra primera experiencia con el internacionalismo cubano'.

Tras su liberación (una de las consecuencias de la derrota militar de las fuerzas del Apartheid en Angola a manos de los ejércitos cubano y angolano), y en ocasión de su visita a la isla en 1991, Mandela ratificó la estrecha relación que continuaría teniendo el Congreso Nacional Africano (ANC) con el gobierno y el pueblo de Cuba.

Hoy día, los vínculos entre Cuba y Sudáfrica, consolidados con sangre en los campos de batalla contra el Apartheid, prosigue en expansión en las más disimiles esferas, como merecido tributo a Nelson Mandela y Fidel Castro, ejemplos de perseverancia inclaudicable para alcanzar objetivos políticos y sociales nobles y justos.