Kennedy, Fidel y Nikita

La Habana, 22 oct (Prensa Latina) Hace hoy 59 años 300 mil soldados permanecían en alarma de combate en Cuba mientras el presidente estadounidense John Kennedy increpaba a la Unión Soviética en el contexto de una Guerra Fría que casi termina en nuclear.

Según investigaciones históricas, la denominada Crisis de Octubre comenzó aquel lunes 22 de octubre de 1962 cuando el jefe de la Casa Blanca informó en televisión sobre la presencia de cargas nucleares de la URSS a 90 millas y decretó el bloqueo naval militar a la mayor de las Antillas.

Para ese momento ya el entonces primer ministro Fidel Castro había movilizado a las Fuerzas Armadas Revolucionarias ante la creciente posibilidad de una invasión inminente del vecino del norte. El líder histórico de la Revolución cubana, en entrevista al periodista español Ignacio Ramonet, explicó que tras el fracaso de la invasión de Playa Girón en abril de 1961, Estados Unidos diseñó la Operación Mangosta, un plan de sabotajes, terrorismo y asesinatos que terminaría en ataque directo antes de finalizar 1962.

Por tal motivo, en junio de ese año la URSS propuso emplazar aquí un contingente de tropas soviéticas con cohetes nucleares de alcance medio que protegieran la isla.

En ese plan, Fidel Castro advirtió además el deseo de la URSS de mejorar la correlación de fuerzas en medio de la Guerra Fría, porque Estados Unidos tenía proyectiles Júpiter ubicados en Italia, Reino Unido y Turquía.

A finales de julio, en total secreto, se comenzó el traslado de los cohetes nucleares, un escuadrón de bombarderos ligeros IL-28, cohetes tácticos de corto alcance, entre otros armamentos.

                                               
                                                

De acuerdo con investigaciones posteriores, Kennedy supo de esta presencia el 16 de octubre gracias a las más de 900 fotografías que tomó el avión espía U-2 en territorio occidental de la isla. En el libro Cien horas con Fidel, el líder cubano explicó su descontento con el manejo del asunto ya que creía más oportuno hacer público el acuerdo militar entre la URSS y Cuba, el cual respetaba los preceptos del Derecho Internacional.

Documentos desclasificados después muestran que Kennedy se reunía cada día con un Comité Ejecutivo del Consejo Nacional de Seguridad en el cual la mayoría de los generales pedía una acción bélica sobre el país caribeño.

Durante las tensas jornadas que siguieron el pueblo cubano se preparó para el enfrentamiento, se ubicaron baterías antiaéreas en la capital, mientras aviones estadounidenses realizaron vuelos rasantes de reconocimiento y en alta mar los barcos de ambas super potencias estuvieron a un paso de la confrontación.

En Naciones Unidas, Estados Unidos presentó imágenes aéreas de las bases de proyectiles estratégicos y el representante soviético negó la evidencia, lo cual devino en disputa diplomática ante el organismo.

El sábado 27 de octubre el líder de la URSS, Nikita Jruschov, escribió a Kennedy que si se comprometía a no atacar la isla y eliminar el bloqueo militar, el armamento en la nación caribeña era innecesario.

Paralelo a este intercambio, desde el amanecer de ese día las tropas soviéticas y cubanas disparaban contra las aeronaves estadounidenses que transgredían el espacio aéreo de la isla, en franca violación de la soberanía del país caribeño.

En ese contexto, una batería en el Oriente derribó un avión espía U-2 y en la acción murió el piloto Rudolf Anderson, lo cual incrementó el deseo de los militares norteamericanos de utilizar la fuerza.

Estados Unidos pidió a Jruschov la retirada del armamento bajo una inspección de la ONU y otras prerrogativas, según el intercambio epistolar publicado con posterioridad.

Luego ambas partes sumarían al acuerdo la retirada de los cohetes Júpiter de Italia y Turquía.

Estas negociaciones secretas enfurecieron al pueblo cubano y Fidel Castro exigió entonces cinco puntos que debían entrar en un pacto tripartito.

Entre estos estaba el cese del bloqueo económico, de todas las actividades subversivas y de las violaciones del espacio aéreo y naval, así como el cierre de la Base Naval de Guantánamo ocupada por Estados Unidos.

Boris Poklad, asesor del Ministerio de Asuntos Exteriores de la URSS en 1962, explicó más tarde que Washington no quería firmar ningún documento que proporcionara garantías claras de la no intervención a Cuba, ni siquiera uno sellado por la autoridad de Naciones Unidas.

La Habana no accedió a una inspección de los cohetes en su territorio (esta se hizo en alta mar) y luego Estados Unidos exigió la retirada también de los IL-28, a lo que la URSS accedió.

                                                         
                                                                     

La violación del espacio aéreo y el bloqueo militar continuó por varios días más hasta que la crisis terminó el 20 de noviembre de ese año.

'Todo eso nos agravió mucho. Protestamos (…) Nuestras relaciones con los soviéticos se deterioraron. Durante años, eso influyó en nuestras relaciones', comentó Fidel Castro.