La violencia se esconde en lo cotidiano, disfrazada de gritos que hieren más que los golpes, de silencios que marginan, y amenazas que paralizan.

Un niño arrastrado calle abajo por la impaciencia de su madre, una mujer acosada en su centro laboral, la mala contesta de la encargada de atender a un cliente, un anciano que teme salir por los asaltos… son rostros distintos de un mismo problema que atraviesa culturas, clases y geografías.

Por eso, cada 2 de octubre, el mundo conmemora el Día Internacional de la No Violencia, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2007, en honor al natalicio de Mahatma Gandhi, símbolo universal de la resistencia pacífica.

La fecha no es un mero recordatorio, sino un compromiso colectivo: promover la tolerancia, el diálogo y la cultura de paz frente a un fenómeno que amenaza la dignidad humana.

La violencia no siempre golpea de manera visible. Puede ser el uso intencional de la fuerza o el abuso de poder para someter, controlar o imponer algo sobre otra persona.

Sus expresiones son múltiples: física, psicológica, sexual, económica, simbólica. También se reconocen la violencia de género, la intrafamiliar, la estructural y la digital, todas con un común denominador: fracturan la convivencia y reproducen desigualdades.

¿Qué ocurre en nuestro país?

En los últimos años las redes sociales han expuesto de manera creciente casos de asesinatos, asaltos, maltratos y otros tipos de violencia en Cuba.

Según datos compartidos en el VII Pleno del Comité Central del PCC, en 2023 unos 9 579 núcleos familiares estaban en situación de violencia, con 16 116 mujeres y niñas afectadas. De las mujeres mayores de 15 años que sufrían este flagelo, el 60 % eran negras y mulatas, la mayoría con menos de 35 años y con un nivel promedio de escolaridad de noveno grado.

Las cifras son aún más desgarradores cuando se habla de la violencia extrema: al cierre de octubre de 2023, se registraron en el país 117 hechos de muerte violenta de mujeres, con un saldo de 70 niños y adolescentes huérfanos de madre. La mayoría de los casos tuvo lugar en viviendas compartidas por una pareja, lo cual revela la persistencia de patrones culturales y relacionales que naturalizan la subordinación y el abuso.

El Código Penal cubano da respuesta legal a este panorama al tipificar 36 figuras delictivas vinculadas a la violencia, con sanciones que van desde la privación de libertad hasta la cadena perpetua, según la gravedad de los hechos. Se incluyen delitos como asesinato, lesiones, acoso laboral, abuso sexual, robo con violencia, coacción o amenazas.

La ley contempla, además, medidas accesorias de protección a las víctimas, como la prohibición de acercamiento o la suspensión de la responsabilidad parental en casos de violencia familiar.

Anterior al Código, la Ley del Proceso Penal amplió las garantías para las víctimas, al permitirles ser representadas por un abogado de su elección y constituirse como parte en el proceso penal.

Pero la violencia no se combate solo con sanciones. Requiere también educación, prevención y cultura. De ahí la importancia de iniciativas como el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres (PAM), que impulsa estrategias de transformación cultural, talleres comunitarios, campañas comunicativas y protocolos institucionales.

Espacios como los Días Naranja o los encuentros Voces de Mujeres por la No Violencia se han convertido en escenarios para visibilizar el problema y movilizar a la sociedad.

Sin embargo, los retos persisten. La vigencia de patrones culturales machistas, el impacto de la crisis económica en la vida cotidiana y la reproducción de estereotipos en los espacios públicos y privados siguen alimentando las distintas formas de violencia.

Transformar esas realidades demanda tiempo, voluntad política y, sobre todo, un compromiso colectivo que coloque a las víctimas en el centro de cualquier acción.

En el Día Internacional de la No Violencia, Cuba asume este desafío desde su realidad concreta. Como escribiera Martí, “la Ley primera de nuestra República ha de ser el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”. Y la dignidad no admite golpes, ni gritos, ni silencios cómplices.

En video, enfrentamiento a la violencia física contra la mujer en Cuba