Cayo Santa María, en la región centro-norte cubana, constituye hoy una de las propuestas turísticas más apreciadas por viajeros de todo el mundo, hasta el punto de constituir especie de moda el visitarlo.

Tal escenario completa una serie de nuevas propuestas de las autoridades turísticas nacionales que apuntan más bien a modalidades de recreo vinculadas con la naturaleza, los deportes y la apreciación de las bellezas en descansos de manera activa.

Actualmente Cayo Santa María descolla como uno de los puntos de recreo más sobresalientes, con muchos viajeros repitentes, sobre todo europeos, hasta el punto de ser sede en 2012 de la Feria Internacional de Turismo FitCuba, principal bolsa del sector en el país.

Paisaje, una infraestructura adecuada y una culinaria que resalta las recetas de la tradición criolla, pero adecuada a los valores de salud como patrones mundiales, caracterizan a esta isla en la porción media del archipiélago Jardines del Rey.

Si de moda se trata, el turismo también ocupa parte en ello. Sin embargo, apunta más bien a lugares que mucho tienen para exhibir, disfrutar y propiciar el reencuentro, como es el caso de Cayo Santa María, propuesta de justificada fama.

Cayo Santa María

Un sitio sumamente paradisíaco, con conservación del medio ambiente y una estructura hotelera y de servicios que sorprende a los más exigentes.

Resplandece además como combinación perfecta de paisaje y comodidades, impulso adicional de una náutica recreativa de altos quilates.

Se trata de un islote de arenas blancas y aguas sumamente limpias, característica que acompaña a otros cayos, no menos famosos como el de Ensenachos y Las Brujas, sugestivos nombres capaces de atraer al más escéptico.

Para llegar al lugar, la manera ideal es a través de un camino sobre las aguas conocido por los cubanos como Pedraplén, de 48 kilómetros, que parte del poblado de Caibarién en el norte de la central provincia de Villa Clara.

Por si fuera poco, otra novedad que destaca en estos lugares es que son los tres únicos islotes cubanos unidos entre sí por viales, obra constructiva con el Premio Iberoamericano Puente de Alcántara por el respeto al medio ambiente.

Ese galardón también lo otorgaron al largo trayecto desde la Bahía de Buenavista, Reserva Natural de la Biosfera, para entrar en los cayos.

Además del disfrute que propone el sol y la playa, resultan sitios ideales para el buceo, el snorkeling, paseos en yate y otras excursiones, pues las autoridades turísticas de esa zona proponen a los viajeros más de 30 opciones recreativas de diferente tipo.

En la actualidad, esos tres cayos, con Santa María como eje y más reclamado por los visitantes extranjeros, acaparan dos mil 113 habitaciones en cinco hoteles, de una arquitectura muy acorde con el entorno, símbolo de un auténtico color cubano.

En particular, Cayo Santa María, cuenta con 13 kilómetros de largo y dos de ancho, para transformarlo en el más importante del grupo geográfico, con 18 kilómetros cuadrados, conocido como La Rosa Blanca de los Jardines del Rey.

Sus playas alcanzan 11 kilómetros, con nombres significativos como Perla Blanca, Las Caletas, Cañón y Cuatro Punta.

Cayo Las Brujas alcanza 6,7 kilómetros cuadrados, con cuatro kilómetros de largo por 1,9 de ancho, refugio de flamencos, iguanas, cangrejos y muchos peces, donde se ubica un aeropuerto de enlace.

Y Cayo Ensenachos, con una imagen virginal y forma de herradura, posee dos playas ineludibles: Ensenachos y El Mégano, con 22 especies endémicas en cuanto a flora y 39 de la fauna, antaño asentamiento aborigen, perfecto recodo para el descanso.