Centro nocturno Gato tuerto
La Habana, 13 jul (PL) Un singular centro nocturno anima hoy a turistas llegados a La Habana desde muchos rincones del mundo, sobre todo a peregrinos en busca de ambientes bohemios y muy musicales: El Gato Tuerto.
 
Un Gato muy singular atrae a muchos europeos en la actualidad en La Habana, uno tuerto, que se dedica a cantar y bailar en las noches tropicales y constituye eje indiscutible para los bohemios.

Este bar o centro nocturno es muy demandado por los turistas extranjeros, (en las calles O entre 17 y 19, en el barrio del Vedado) e incluso con frecuencia aparece en programas de la televisión cubana.

Constituye el resguardo, por decirlo de alguna manera, de un estilo de recreación que une a lo mejor de la canción cubana con la poesía y la música local y la pintura.

Tal es así, que sus empleados comentan que en sus inicios la vajilla del lugar estaba totalmente confeccionada por la pintora Amelia Peláez (1896-1968), una de las más significativas de su tipo y de su época.

Este lugar de dos pisos y un portalón de entrada, tuvo como visitantes asiduos al dramaturgo Virgilio Piñera, al poeta nacional Nicolás Guillen y sobre todo a muchos cantantes de bolero y filing.

En la lista anotan a Moraima Secada, Elena Burke o la visita de pintores como Wilfredo Lam, muchos ya fallecidos, o la excéntrica musical Juana Bacallao, que aún actúa.

Como novedad, el trago de la casa -de siempre- tiene el nombre de 'El orgasmo del gato', a base de whisky, cremas y cacao.

El Gato Tuerto abrió sus puertas en 1960 por iniciativa de Felito Ayón, un animador y fundador de la también famosa Bodeguita del Medio, restaurante emblemático del país, ubicado en La Habana Vieja.

Como objetivo estaba crear una tertulia de amor y dicha, y por ello en un inicio leían y vendían libros, discos, obras de arte y de paso se comía bien.

La planta baja estaba dedicada a trovadores, pianistas y cantantes, que en un rincón, al extremo de la barra, deleitaban a los noctámbulos. Para ese caso el restaurante estaba en la planta alta para no molestar a los comensales.

Sus paredes se ambientaron con obras de pintores cubanos como Amelia Peláez, Raúl Acosta, Mariano Rodríguez, Luis Mariano Pedro, Alberto Falcón, Tomas Marai y Raúl Tapia, con diseños de Evelia Piña y Frank Olorticochea, sobre todo en su época inicial.

Las descargas comenzaban al caer la tarde, e incluso se presentó en el lugar el primer disco de poemas de Nicolás Guillen (1902-1989), Poeta Nacional de Cuba.

Para la década de 1970 del pasado siglo, el local fue cerrado y reabrió de 1980 hasta 1985. Luego volvió a ser remodelado y después se completó el bolero más largo del mundo (76 horas) con la participación de 498 cantantes y dos mil 175 canciones del 21 al 25 de junio de 2001.

Incluso el dramaturgo y poeta Virgilio Piñera (1912-1979) lo identificó como 'En el Gato Tuerto hay una noche dentro de la noche'. Se trata por tanto de un lugar muy especial del turismo.