Esta mañana fue diferente para muchos niños. Tras varias semanas de ensayo, finalmente llegó el día de regalarles a sus padres y educadoras un poema, una canción, un baile; por supuesto, interpretados sin mucha maestría, pero con la gracia y el encanto que solo ellos conocen, capaz, además, de arrancar lágrimas.
Y es que hoy 10 de abril se cumplen 56 años de la creación de los Círculos Infantiles en Cuba, un proyecto nacido del ingenio del Comandante en Jefe Fidel Castro y materializado por el empuje de la heroína Vilma Espín.
Surgidos ante la necesidad de que las madres trabajadoras pudieran reincorporarse a la vida laboral y social, estas instalaciones constituyen verdaderos centros educativos. No son pocos los niños que aprenden a decir allí sus primeras palabras, las primeras vocales, los primeros números.
Es allí también donde aprenden a socializar, a respetarse mutuamente, a practicar ejercicios, a ser independientes.
Ya lo decía nuestro Fidel: “Es casi más importante el Círculo que la Universidad, porque allí es donde el niño adquiere los primeros hábitos de la vida social”.
Es por ello que el Estado cubano garantiza la constante superación de las educadoras, esas que los niños cariñosamente llaman “seños”. Ellas, junto al personal médico y de servicio, terminan siendo una segunda familia.
Es cierto que actualmente no logra cubrirse la demanda de educadoras para la enseñanza de la primera infancia, razón por la cual en ocasiones demora un tanto el otorgamiento.
Como respuesta a tal problemática se ha priorizado la formación de jóvenes maestros en esta especialidad, que dentro de muy poco tiempo llegarán a los círculos de la provincia, para sumarse al pelotón de esas que desde muy temprano en la mañana y hasta casi las seis de la tarde regalan amor y dedicación.
Lo cierto es que cada una de ellas ha dejado en muchos un rastro de ternura, como si Vilma, inspiradora de una idea tan hermosa y determinante, las hubiese ungido con su gracia y cariño.
