Una pareja usa mascarillas para protegerse del coronavirus en Barcelona, España

La “nueva normalidad” es un término que está de moda a nivel internacional, es decir, cómo seremos durante la fase de la recuperación y después de ella. La desescalada y el arribo a la normalidad dependerán de las estrategias que se asuman en cada país.

La COVID-19 pudiera permanecer endémica durante un tiempo indeterminado, se espera tener disponible una vacuna y un cambio en la protección inmunológica, pero todo continúa en suspenso. En estos momentos la incertidumbre acompaña a todos los países del mundo.

La pandemia ha generado nuevas experiencias de vida, aprendizajes en el día a día que nos han obligado a crear nuevas rutinas, a cambiar los estilos de vida y a modificar nuestras relaciones interpersonales. Esto ha impactado en todos los ámbitos en que nos desarrollamos: personal, familiar, laboral y social, entre otros.

Ahora, nos enfrentamos a un nuevo momento, que consiste en regresar poco a poco a una normalidad, que ya no será, ni puede ser la misma a que estábamos acostumbrados. Debemos incorporar nuevas rutinas para nuestro desempeño y en la relación con nuestros familiares, amigos, en nuestro entorno laboral, pues el peligro de la enfermedad acecha y debemos continuar cumpliendo determinadas normas higiénicas y un cierto distanciamiento físico para poder prevenir el contagio, esto implica que debemos adaptarnos a una nueva situación.

El confinamiento ha podido provocar un malestar emocional en muchas personas y para salir de él, también es necesario tener en cuenta este nuevo proceso, lo que puede generar inestabilidad. Tras estos días de estar en casa y convertirla en nuestro refugio, el hecho de salir al exterior, incorporarnos a una dinámica que solía ser normal en el pasado, genera nuevas amenazas. La organización de la desescalada, por meticulosa que sea, es poco probable que asegure totalmente esta nueva adaptación.

Muchas personas pueden permanecer con las dudas de qué pueden hacer o no sin someterse a riesgo, cómo comportarse y relacionarse con los demás, qué será de su futuro profesional, el encuentro con familiares y amigos, hasta donde podemos desencadenar nuestras expresiones afectivas. Esto implica salir de una nueva zona de confort que organizamos durante la cuarentena y aunque ansiábamos el regreso a nuestras rutinas antiguas, el romperlas nos puede generar un estrés emocional.

El pensar sobre la utilización de un transporte público, compartir en un espacio social, retomar las actividades profesionales y laborales tras esta pausa forzosa en nuestras vidas, puede provocar desajustes, que van desde repuestas psicofisiológicas (taquicardia, insomnio, tensión muscular, entre otras) hasta ansiedad, miedos e irritabilidad.

Un pensamiento que pudiera ser lógico, es que las personas de mayor riesgo tendrían que limitarse o tener muchos más cuidados que los más jóvenes y que los que no tienen factores predisponentes. Esta idea resulta errónea. Primeramente, nadie está exento a padecer esta terrible enfermedad y la experiencia lo ha demostrado, en segundo lugar, la exposición al virus causaría la persistencia de la enfermedad como una endemia y de todas formas se contagiarían las personas con un mayor riesgo de mortalidad. Tampoco puede olvidarse que un grupo aún indeterminado de pacientes, aunque no mueran, podrían presentar secuelas como es la insuficiencia respiratoria, lo cual se estudia en estos momentos.

Por todo lo anterior debemos prepararnos para asumir esta “nueva normalidad”. Hay que tener en cuenta las experiencias de vida que hemos desarrollado, los nuevos aprendizajes y las nuevas vivencias placenteras desde la cotidianidad. Esta pausa o intervalo forzoso también puede servirnos para percatarnos de que hay muchos elementos en nuestras vidas que habíamos dejado de disfrutar.

Es recomendable :

  • Admitir la nueva realidad, aceptando que no la podemos cambiar, por mucho que lo deseemos.
  • Pensar en las nuevas rutinas que debemos organizar.
  • Planificar nuevas metas y proyectos, tomando la experiencia de lo que hemos vivido.
  • Potenciar nuestras relaciones sociales, que no tienen necesariamente que ser cercanas desde el punto de vista físico, la cercanía es emocional.
  • Reflexionar y crecer como personas.

El mundo que existirá tras el aislamiento, es el que comenzará entonces y no el que habitábamos hasta inicios del año 2020.

Por eso, los invitamos a pensar ¿Cómo serán las relaciones de pareja, el amor y la sexualidad en estos nuevos tiempos?

Hay que partir de la respuesta a otras interrogantes, para poder responderla:

1ro: ¿Cómo era la calidad del vínculo?

2do: ¿Cómo la pareja se ha adaptado a los cambios?

3ro: ¿Qué condiciones han tenido durante este aislamiento sanitario?

Lo que se traduce en dinámicas diferentes para cada pareja y en un grupo heterogéneo de posibilidades, por lo que no se deben hacer generalizaciones, ni en los análisis de lo que está ocurriendo en las parejas, ni en lo que ocurrirá durante y después de esta pandemia.

Se presentan infinidad de formas en las que se están desarrollando las relaciones amorosas y sexuales, en un contexto de encierro involuntario y en función de cada una de nuestras vivencias particulares. No es lo mismo pasar un periodo de aislamiento con tu pareja, en solitario, con niños, al cuidado de un familiar de la tercera edad o teniendo que trabajar dobles jornadas. Para algunos se les habrán intensificado las oportunidades/frecuencia/calidad de los encuentros pero para otros se ha tornado más complejo.

Hay un nuevo modo de convivencia para cada pareja, con independencia de la calidad del vínculo, en algunas se ha reforzado lo positivo de la relación, en otras se han abierto nuevos caminos de comprensión, costumbres que estaban olvidadas por las prisas y la rutina, pero en otras se han agudizado los conflictos o han aparecido nuevos: ¿Cuántas de estas últimas se separarán?, es un análisis que amerita tiempo, pues estamos viviendo este proceso y las consecuencias se observarán a mediano y largo plazo.

Hay países como China, que plantean un aumento del número de divorcios y separaciones, pero esto es un proceso en desarrollo, que debemos ir observando, hay otros especialistas que refieren que el modelo de pareja tradicional se reforzará, buscando la seguridad ante la incertidumbre y el temor al contagio; son todas especulaciones que habrá que constatar en la realidad.

Nos han llegado muchas interrogantes, pues hay parejas que se sienten amenazadas ante la posibilidad de volver a sus rutinas laborales, escolares y comienzan a analizar los posibles riesgos de contagio y expresiones como: “si en la casa, tengo que estar detrás de ti para que cumplas las normas de cuidado, imagínate cuando yo no esté”, o las posibilidades de un encuentro seguro de las parejas que no conviven de forma habitual, implican el haber sido cuidadosos con las medidas sanitarias, pues pueden contagiar a la otra parte de la pareja.

Una amiga nos comentaba, “tengo muchas ganas de tener un espacio íntimo con mi pareja, pero su medio es más riesgoso que el mío” y “me preocupa cómo podremos comportarnos en nuestra intimidad”.

Todavía se desconoce mucho sobre esta enfermedad y los estudios científicos buscan la posibilidad de transmisión en todas direcciones, semen, fluidos vaginales, lo que sí está claro es que el contacto físico con una persona infectada, independientemente del tipo de práctica sexual, conlleva un gran riesgo de contagio.

La principal vía de contagio es a través de las microgotas que expulsa la persona enferma o contagiada asintomática, al toser, estornudar o hablar, la distancia mínima en la que podemos estar seguros es superior a 1.5 metros, requisito que muy difícil, sino imposible de cumplir, con nuestras formas tradicionales de un encuentro erótico presencial.

Otro tipo de prácticas podrían aumentar el riesgo de contagio, como el sexo oral, ya sea del tipo que sea (cunnilingus o felación) y aquellas en las que pueda estar involucrado el contacto con las heces (como el annilingus). Al igual que en la saliva, el virus también ha sido encontrado en las deposiciones de las personas infectadas. Todo esto nos muestra que debemos aprender y buscar alternativas ante esta nueva realidad para lograr una sexualidad placentera y mantener la calidez del vínculo.

Es importante desarrollar la responsabilidad y el autocuidado personal y de pareja para protegernos, solo será seguro en aquellas personas que conviven y no han estado en situación de riesgo, o con aquellas que hayan sufrido la enfermedad y estén de alta clínica y epidemiológica. También el riesgo es menor entre las parejas que tienen una percepción de riesgo adecuada y cumplen con las medidas sanitarias.

El encuentro íntimo va a constituir un aprendizaje en cualquiera de las variantes de vivir el vínculo de pareja, por supuesto, cuando hay un mayor riesgo se debe hacer más énfasis en todas las medidas. Para todos los casos resulta recomendable:

  • Extremar las medidas de higiene.
  • Privilegiar posiciones donde el encuentro no sea cara a cara.
  • El uso del condón cobra una nueva actualidad, no solo para prevenir embarazos no deseados, las ITS y el VIH-sida, en este caso se adiciona el contagio por el virus que produce la COVID-19.
  • Las parejas donde el riesgo es real, deben pasar a otras formas de expresión y disfrute de la sexualidad, como son todas las vías de encuentro no presenciales (llamadas telefónicas, videos llamada), desarrollando otras formas de fantasías sexuales y de expresión de los afectos, cuidando en todo momento la preservación de la intimidad, de la confidencialidad y de no dañar a terceras personas. Es un buen momento para desarrollar la creatividad.
  • Tener en cuenta que la autosatisfacción es un buen recurso en cualquier momento y situación, que no es expresión de ningún trastorno y que no deja secuelas.

Entonces una “pareja con nasobuco”, también puede ser una representación del amor y de la sexualidad en esta nueva realidad. Debemos aprender a asumirla, como mismo aprendimos a protegernos del VIH-sida.

Es recomendable buscar alternativas, ya que la satisfacción sexual es parte de la salud integral de los seres humanos, este momento va a ser transitorio, la nueva realidad impregnará nuestras vidas y puede ser que, para algunas parejas, por diversas razones, se le dificulte mantener una intimidad profunda, pero esto no significa que no podamos tener juegos eróticos, muestras de ternura, comprensión y ayuda, que es también otra forma de expresar amor.

Otro elemento importante, es que no debemos descuidar la calidad del vínculo, a través de una comunicación eficaz, por ello, sería recomendable tener en cuenta los siguientes elementos:

  • Mantener los espacios individuales dentro de la casa y alternar los espacios de privacidad.
  • Normalizar la expresión de nuestros sentimientos y emociones, sin hacer juicios críticos, entender lo que puede estar sintiendo la otra persona.
  • Generar una comunicación eficiente, desarrollando la comprensión.
  • No descuidar la imagen y la higiene.
  • Estimular el deseo sexual con fantasías, juegos, entre otras variantes placenteras para cada pareja.
  • Mantener el romanticismo y los gestos de cariño hacia la pareja.
  • No relegar la satisfacción personal.
  • Mantenerse activo físicamente.

Entonces: ¿Seremos iguales a partir de esta experiencia?

Tuvimos que hacer un alto obligado en nuestras vidas, desaceleramos todos nuestros procesos, ahora tenemos que volver a poner en marcha el vehículo, cuidado con los acelerones, saquemos aprendizajes de estos tiempos sin prisas.

Esperamos que las parejas que van a salir fortalecidas de esta situación de confinamiento y de las otras etapas que se avecinan, son las que muy probablemente, tengan más flexibilidad y capacidad de adaptación a los cambios. Cuidar el vínculo de pareja es una necesidad y responsabilidad para todas y para todos.