Modas en Cuba

Que la moda es cíclica es algo incuestionable, nunca muere; lo que se lleva hoy se volverá a usar el día de mañana, eso sí, con variaciones, aires nuevos y modernos. Sin embargo, la cultura del vestir sí se deteriora, se pierde en medio de una sociedad que se deja llevar patrones de consumo y tendencias extranjeras.

En Cuba este fenómeno no está aislado, y cada día es mayor el deterioro en la forma de vestir. Y no es que siempre hay que ir de traje y corbata; solo respetar y recordar que vivimos en sociedad y eso conlleva respeto.

Si preguntas en la calle sobre este creciente problema de la sociedad cubana, encuentras respuestas que culpan al clima del país de las vestimentas con poca tela, no acordes a los diferentes momentos; o que “el salario no alcanza para estar a la moda”.

Pero, saber vestirse conforme a cada ocasión y lugar, no se relaciona con escases de recursos o limitaciones económicas, sino que surge de una incorrecta educación social que nace y se cultiva desde la familia.

De modas y modos

La moda puede ser definida como un mecanismo que regula las elecciones de las personas ya que, por una especie de presión social, indica a la gente qué debe consumir, utilizar o hacer. Con el tiempo se convierte en un hábito repetitivo que identifica a un sujeto o a un grupo de individuos.

En Cuba este concepto no está alejado de la realidad, las tendencias se guían por los patrones importados por las sociedades de consumo, debido fundamentalmente a una escasez en el  mercado interno por la carestía de recursos para sustentarla y a la falta de cultura de la población en este sentido.

Entonces, ¿las personas en la actualidad escogen su moda o simplemente se visten con lo que está a su alcance? ¿Qué factores influyen en a la hora de definirse una tendencia en Cuba?

En este sentido en un sondeo realizado a 150 personas de la capital se identifican varios aspectos que influyen en el vestir: la imitación a artistas, las conductas lumber o metrosexuales, la influencia de marcas extranjeras, así como los precios inalcanzables de los productos de los artesanos cubanos.

Sobre esta última idea, Yadira González Pardo, de Centro Habana afirmó que “los diseñadores en Cuba no trabajan para el cubano, sino para el extranjero”.

En la encuesta salieron a relucir temas referentes a la inaccesibilidad a la hora de comprar nuevas prendas, la importancia de las tiendas de ropa reciclada e incluso, alguien alega que “el cubano se viste como puede, comprando lo más barato y dependiendo en ocasiones de lo que te regalan o te traigan del exterior”.

No es un secreto que al hacer un examen a la vestimenta de los que tienen alrededor se aprecia, sobre todo en los jóvenes, una alta valoración de lo extranjero como paradigma de consumo, visto a través de la preferencia de ciertas marcas comerciales extranjeras como la Supreme y otras tantas.

Además, influyen en el vestir las ofertas que hoy tienen las tiendas estatales, casi las mismas a nivel nacional; así como las características de las prendas que se adquieren en el “mercado negro cubano”, traídas desde el exterior con iguales  patrones y rasgos.

Industria cubana de cara al vestir

Recientemente dio cita en La Habana, la Cuarta Semana de la Moda, pensada como un escenario de intercambio entre los diseñadores foráneos y el público; un espacio expositivo y no comercial.

Cada uno de estos artesanos propone una amplia gama de diseños novedosos, únicos, con telas que contrastan con el clima del país. Algunos de ellos ya tienen sus propias tiendas o comercializan sus productos por el Fondo Cubano de Bienes Culturales y en Asociación Cubana de Artesanos Artistas, en moneda convertible (CUC).

A decir de los artesanos de “Familia Baeza”, especializados en el trabajo de carteras y bolsos de cuero, sus productos varían de 10 a 100 CUC. Señalan que estos precios son acordes a la cantidad de material empleado y la complejidad en su confección.

Según datos publicados por la Oficina Nacional de Estadística e Información en su sitio web, el salario medio en Cuba en el 2016 fue de 740 pesos cubanos (29.60 CUC según la tasa de cambio actual); y si el mínimo que se necesita para comprarse un bolso -que quizás no es el ideal- es 10 CUC… las matemáticas no alcanzan.

No obstante a esta disparidad entre precios y salarios, la diseñadora cubana Laritza Blanco considera: “La economía y la moda están ligadas intrínsecamente, aunque este factor no es decisivo a la hora del vestir. Hay personas que tienen mucho dinero y se visten mal y hay otras que no tienen y lo intentan hacer de la mejor manera”.

Debido a estos precios hay quienes lo tienen y prefieren gastarlos en boutiques, o incluso apostar por marcas extranjeras aunque estás dupliquen los costos de los productos nacionales. Sin embargo, hay que analizar las dos caras de la moneda y saber realmente a qué se deben los montos de las piezas cubanas.

Nelson Alarcón Pérez, diseñador de la provincia de Granma, habla de las dificultades que tienen para obtener las materias primas y los precios que pueden llegar a tener. Explica también la necesidad de un mercado mayorista que abastezca a los artesanos y de cómo ellos están interesados en llegar y satisfacer las demandas del público cubano.

Al respecto, Rosa Xiomara Valdés, opina que es necesario habilitar tiendas con productos de diseñadores cubanos, crear más espacios para llegar e influir en la forma de ver la moda en la isla caribeña.

Alarcón Pérez aclara que este grupo de diseñadores están apostando por imponer una moda que sea cómoda, cotidiana, acorde al clima y  a la vez elegante. “La población no se deja orientar por los diseñadores cubanos que hacemos una moda propia para ellos; se guían por las marcas y prefieren las tendencias importadas”.

“La moda es una cultura, un diálogo, una forma de conocerse y de comunicarse; cada cual tiene dentro un diseñador, aunque desgraciadamente hay gente que en vez de diseñarse se mal visten”, opinó Ignacio Carmona, diseñador y miembro del comité organizador de la Semana de la Moda.

Asimismo agregó que con el consumismo, cada vez los materiales tienen más plástico, más químicos y saturación de colores, por eso tratan de llevar al público prendas diferentes, con estilo, sencillas. “Llevar a la población una forma de cómo vestirse en cada ocasión”, concluyó.

Muchos son los indicadores que atentan contra la vestimenta del cubano. Falta de divulgación y de espacios de utilitarios, tanto en revistas o la televisión, donde se hable de la cultura del vestir, que aunque se relaciona, no es necesariamente es “estar a la moda”.

La ropa tiene un lenguaje y comunicación, y es a su vez la mejor tarjeta de presentación. Aunque lo más importante no es la prenda que se lleva, sino la persona que hay debajo de ella, hay que intentar de manera sencilla cuidar la presencia en toda ocasión, con las posibilidades y recursos que se tienen a la mano, porque “una imagen dice más que mil palabras”.